Y aquel Verbo fue hecho carne
San Juan 1:1-5
1 En
el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.
2 Este era en
el principio con Dios.
3 Todas las
cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue
hecho.
4 En él estaba
la vida, y la vida era la luz de los hombres.
5 La luz en las
tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella.
v14 Y
aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros
(y vimos su gloria,
gloria como del unigénito del Padre),
lleno de gracia y de verdad.
1 Timoteo 3:16 E indiscutiblemente, grande es el
misterio de la piedad: Dios fue manifestado en carne, Justificado en el
Espíritu, Visto de los ángeles, Predicado a los gentiles, Creído en el
mundo, Recibido arriba en gloria.
Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros lleno de gracia y de
verdad; y vimos Su gloria, gloria como del unigénito del Padre. (Juan
1:14)
¿Quién es el Verbo? El versículo 1 dice: “El Verbo estaba con Dios y el
Verbo era Dios. Y en el versículo 14 dice: “Y el Verbo se hizo carne y
habitó entre nosotros, y vimos su gloria.” El Verbo se hizo carne y
habitó entre nosotros, sin renunciar a cualquiera de Su gloria.
Juan quiere que entendamos que Jesús es Dios en carne humana. Mateo y
Lucas nos dan las características históricas y Juan nos da los elementos
celestiales y las características sobrenaturales. El mensaje es acerca
de la deidad de Cristo.
En estas pocas palabras “y el Verbo se hizo carne” vemos el resumen de
la declaración de la encarnación – Dios se hace hombre. El Eterno se
hizo finito. El Eterno entró en el tiempo. Lo Invisible se hizo visible.
“El Verbo” en griego significa “logos” y a la mente griega, logos era la
fuerza más poderosa del universo. Era poder creador, fuente de sabiduría,
conocimiento, inteligencia, y Juan está diciendo que es una persona y se
hizo hombre, Dios que vino al mundo a través del niño Jesús.
Para el Judío, la Palabra tenía un significado aún más ya que la Palabra
del Señor era muy familiar para ellos. La Palabra del Señor era Dios
simplemente revelando, Su persona, Su carácter, Su voluntad, Su
sabiduría, Su verdad. Juan está diciendo que la revelación de Dios y la
manifestación de Dios está ahora encarnado. La expresión de la
naturaleza de Dios, la voluntad, la sabiduría, la verdad está encarnada.
Es por eso que Hebreos 1 dice: “Dios, habiendo hablado muchas veces y de
muchas maneras en otro tiempo. . ., en estos últimos días nos ha hablado
por el Hijo.” Dios se revela en Cristo.
Él asumió humanidad y “se despojó a sí mismo, tomó la forma de siervo y
se hizo semejante a los hombres” (Filipenses 2:7). “Él participó de
carne y sangre” (Hebreos 2:14). Y Él vivió entre nosotros durante
treinta y tres años.
No sólo habla Juan de la preexistencia de Cristo, pero Él habla de la
co-existencia de Cristo: “En el principio era el Verbo, y el Verbo era
con Dios, y el Verbo era Dios” (Juan 1:1). Él es a la vez con Dios y es
Dios. Aquí, vemos claramente el misterio de la Trinidad. Él es distinto
del Padre, teniendo comunión cara a cara con el Padre, y sin embargo es
completamente Dios como es el Padre. Como leemos en Colosenses 2:9, “En
Él habita corporalmente toda la plenitud de la divinidad.” Él es Dios
tanto como Dios es Dios y tenemos que entender que el Verbo no es un
atributo de Dios. El Verbo no es un mensaje de Dios. El Verbo no es una
emanación de Dios. El Verbo no es una creación de Dios. El Verbo es
Dios. Él es una persona con Dios y una persona que es Dios. Jesús tiene
la misma naturaleza y esencia de Dios.
Cuando pensamos en el nacimiento de Jesús, nos damos cuenta de que Dios
mismo, Dios el Hijo, que estaba eternamente con Dios antes de que algo
existiera, es El que vino a esta tierra para restaurar la relación que
Adán rompió en el jardín. Él era el Verbo hecho carne. Él era la luz que
vino al mundo y Él ilumina a todo hombre que Lo busca y Lo encuentra.
Así que Él preexistente, co-existente, auto-existente Dios, el Verbo se
hizo carne y habitó entre nosotros y la luz de la gloria de Dios
brillaba en medio de un mundo oscuro.
El Verbo no es sólo el Creador del mundo material, sino del reino
espiritual. El Verbo hecho carne, habitó entre nosotros, murió por
nosotros y resucitó por nosotros, para proveer el perdón de los pecados
y la salvación eterna. Cuando lo aceptamos como nuestro Salvador y Lo
hacemos el Señor de nuestra vida, nos convertimos en Su hijo y su nueva
creación, creados en Cristo Jesús para buenas obras. (Efesios 2:10)
Que la verdad de la Palabra de Dios capture cada corazón hasta el punto
de que atesoramos el nombre del Señor Jesús, la plenitud de quien Él es
y lo que Él hizo por nosotros.
Gracias Jesús por el don de la vida eterna.
¿Alguna vez ha meditado sobre el significado tan profundo que tiene el
nacimiento de Jesucristo? Aunque muchas personas, hasta los incrédulos,
están un poco familiarizados con la historia del nacimiento de Jesús, su
significado verdadero a veces se nos escapa debido a que estamos
familiarizados solamente con el aspecto de la “historia” de Su
nacimiento
El nacimiento de Jesucristo: un evento trascendental
El nacimiento de Cristo no fue el nacimiento ordinario de un hombre
ordinario. Fue el nacimiento de la Persona más extraordinaria en la
historia. El nacimiento de Jesucristo fue la encarnación de Dios mismo.
En otras palabras, el mismo Dios se hizo hombre. Esto tiene un
significado muy profundo y nos tomará toda la eternidad apreciarlo. La
concepción y el nacimiento de Jesucristo es la mezcla de Dios con la
humanidad. Esto nunca antes había pasado.
Juan 1:14 dice que el Verbo, el Dios eterno, se hizo carne, es decir, el
hombre Jesús. Cuando esto sucedió, el Dios eterno salió de la eternidad
y entró en el tiempo para ser un hombre de carne y sangre. Jesucristo es
en realidad un hombre genuino, pero al mismo tiempo Él es Dios. Él es
completamente Dios y completamente hombre
El nacimiento misterioso de Jesús se profetizó en el Antiguo Testamento.
Casí 700 años antes de Cristo, el profeta Isaías profetizó acerca del
nacimiento del Señor en Isaías 7:14:
“El Señor mismo nos dará señal: He aquí, la
virgen concebirá y
dará a luz un hijo, y llamará Su
nombre Emanuel”.
Esta profecía se cumplió en el nacimiento de Cristo, un hijo nació de
una virgen por medio de la concepción divina, sin tener un padre humano.
Se llamó Emanuel, que quiere decir “Dios con
nosotros”. Este hijo nacido de una virgen humana era el mismo Dios con
nosotros.
Unos capítulos más adelante, Isaías profetizó de nuevo acerca del
nacimiento de Jesús, diciendo en Isaías 9:6:
“Porque
un niño nos es nacido, / un
Hijo nos es dado…/ y se llamará Su nombre / Maravilloso
Consejero, Dios
Fuerte, Padre
Eterno, Príncipe de Paz”.
La nota 1 de este versículo en la Versión Recobro abre un panorama en
cuanto al significado de lo que Cristo es: un hijo y el Dios fuerte, un
Hijo dado a nosotros y el Padre eterno.
“El niño nacido de una virgen humana es el Hijo dado por el Padre
eterno. Cristo es el niño nacido tanto de la naturaleza divina como
de la naturaleza humana (Mt.1:20-23), y Él también es el Hijo en la
naturaleza divina dado por el Padre eterno. Mediante el nacimiento
del niño divino-humano, el Padre eterno nos dio a Su Hijo divino
como regalo. Mediante este regalo, todo el que cree en este Hijo
amado, o sea, todo el que lo recibe, recibe la vida eterna (Jn.
3:16; 1 Jn. 5:11-12)”.
El nacimiento misterioso de Jesús se cumple en el Nuevo Testamento.
El Nuevo Testamento nos brinda un registro de los eventos que sucedieron
relacionados al nacimiento de Cristo. Por medio de este registro podemos
apreciar los pasos que Dios tomó para darnos a Su Hijo querido para ser
nuestro Salvador y nuestra vida.
Mateo 1:18 nos dice como este nacimiento de una virgen se llevo a cabo.
“El origen de Jesucristo fue así: Estando desposada María Su madre
con José, antes que se juntasen, se
halló que estaba encinta por obra del Espíritu Santo”.
La nota 1 de este versículo explica lo que esta frase “del Espíritu
Santo” significa en cuanto a Cristo.
...El nacimiento de Cristo procedió directamente del Espíritu Santo
(v. 20). Su fuente fue el Espíritu Santo y Su elemento era divino.
Por medio de la virgen María, El se vistió de carne y sangre, la
naturaleza humana, tomando la semejanza de la carne (Ro. 8:3), la
semejanza de los hombres (Fil. 2:7”.
Luego, en Mateo 1:20, el ángel del Señor visitó a José para asegurarle
de este hecho divino.
“Mientras consideraba esto, he aquí un ángel del Señor se le
apareció en sueños y le dijo: José, hijo de David, no temas recibir
a María tu mujer, porque
lo engendrado en ella, del Espíritu Santo es”.
“Dios primero se engendró en María mediante Su Espíritu; una vez
realizada la concepción, El nació
con la naturaleza humana, para ser un Dios-hombre, y así poseer
tanto la divinidad como la humanidad. Éste es el origen de
Cristo”.
Muchos años más tarde, al narrar esta historia misteriosa, el envejecido
apóstol Juan hizo estas declaraciones profundas en Juan 1:1 y 14:
“En el principio era el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el
Verbo era Dios”. “Y el
Verbo se hizo carne”.
Estas palabras de estos dos versículos, aunque sencillas pero profundas,
indican claramente que el Verbo era Dios desde la eternidad, y que el
Verbo, Dios se hizo carne en el tiempo.
La nota 2 en el versículo 14 habla más acerca de lo que esto significa.
“Romanos
8:3 indica que
esta carne, aunque era la carne de pecado, sólo tenía la semejanza
de la carne de pecado, pero no tenía el pecado de la carne. Fue el
Verbo quien se hizo carne, y éste era Dios, el Dios Triuno completo
(v. 1). El hecho de que el Verbo se hiciera carne significa que el
Dios Trino se hizo un hombre de carne en la semejanza de un hombre
pecaminoso. Al hacer esto Dios entró en el hombre pecaminoso y se
hizo uno con él. Sin embargo, El tenía sólo la semejanza del hombre
pecaminoso pero no tenía el pecado de éste. Así que, El era un
Dios-hombre sin pecado, el Dios completo y el hombre perfecto, con
dos naturalezas: la naturaleza divina y la naturaleza humana”.
¿De qué manera la verdad concerniente al nacimiento de Cristo nos afecta
hoy?
En primer lugar, para ser un creyente genuino debemos creer que
Jesucristo es más que un hombre santo, un profeta o un mártir. Él es el
Dios completo eterno que vino en la carne. Éste es un asunto básico de
la fe cristiana.
podemos
obtener una apreciación más profunda por el nacimiento de Jesucristo.
Dios no nos salvó al descender de los cielos de manera objetiva. El Dios
inalcanzable vino a ser un hombre para que pudiéramos alcanzarlo,
contactarlo y conocerlo. ¡Qué hecho tan misterioso pero a la vez
maravilloso! Nuestro Dios se hizo hombre, experimentó todo lo
relacionado a la vida humana y vivió una vida humana perfecta y sin
pecado. Y finalmente, teniendo un cuerpo de carne y sangre ¡fue a la
cruz para morir por nosotros!
Mediante Su encarnación, Dios se expresó en un hombre en la carne.
Jesucristo, quien nació en un pesebre expresó al mismo Dios en todo Su
rico ser y Su Persona a la humanidad. El amor, la misericordia, la
justicia, la santidad, la compasión y la gloria de Dios fueron y siguen
siendo expresados en la humanidad de Cristo.
Al creer en el Señor Jesucristo, somos salvos y recibimos a Jesús, Aquel
que vivió una vida humana perfecta que expresa al Dios verdadero como
nuestro Salvador y nuestra vida.
Si usted nunca ha recibido a Jesucristo, usted le puede recibir ahora
mismo al hacer la siguiente oración:
“Señor Jesús, creo que Tú eres tanto el Dios completo como el hombre
perfecto. Gracias por nacer con nuestra humanidad y llegar a ser un
hombre verdadero y genuino, con divinidad y humanidad. Gracias por
morir por mis pecados. Señor te recibo ahora mismo. Amen.