Mensajes Escritos de Impacto
CÓMO ESTÁ NUESTRO ALTAR
Rev.Gustavo Martinez
“Entonces Acab convocó a todos los hijos de
Israel, y reunió a los profetas en el monte
Carmelo. Y acercándose Elías a todo el pueblo,
dijo: ¿Hasta cuándo claudicaréis vosotros entre
dos pensamientos? Si Jehová es Dios, seguidle; y
si Baal, id en pos de él. Y el pueblo no
respondió palabra. Y Elías volvió a decir al
pueblo: Sólo yo he quedado profeta de Jehová;
mas de los profetas de Baal hay cuatrocientos
cincuenta hombres. Dénsenos, pues, dos bueyes, y
escojan ellos uno, y córtenlo en pedazos, y
pónganlo sobre leña, pero no pongan fuego debajo;
y yo prepararé el otro buey, y lo pondré sobre
leña, y ningún fuego pondré debajo. Invocad
luego vosotros el nombre de vuestros dioses, y
yo invocaré el nombre de Jehová; y el Dios que
respondiere por medio de fuego, ése sea Dios. Y
todo el pueblo respondió, diciendo: Bien dicho”,
1 Reyes 18:20-24.
En los días del profeta Elías el pueblo de
Israel había dejado a Dios, le habían dado la
espalda y se habían ido en pos de dioses que
adoraban las naciones paganas. Lo triste es que
este pueblo había sido enseñado en la Palabra de
Dios y habían experimentado el poder de Dios en
sus vidas, como dijera el Señor a través del
profeta Jeremías: “Porque dos males ha hecho mi
pueblo: me dejaron a mí, fuente de agua viva, y
cavaron para sí cisternas, cisternas rotas que
no retienen agua” (Jeremías 2:13), este pueblo
había dejado al verdadero Dios, al que les había
sacado de la esclavitud y que les dio lugar
firme en la tierra de Canaán, llenándolos de
bendiciones.
Dios a través del profeta Isaías dice: “La había
cercado y despedregado y plantado de vides
escogidas; había edificado en medio de ella una
torre, y hecho también en ella un lagar; y
esperaba que diese uvas, y dio uvas silvestres”
(Isaías 5:2), Dios había hecho por este pueblo
todo lo que era necesario, estuvo pendiente al
decir que edificó una torre (habla de la
vigilancia, de la protección y seguridad de
Dios) y luego puso un lagar lugar donde se lleva
la uva para extraer el vino. El Señor dice:
“¿Qué más se podía hacer a mi viña, que yo no
haya hecho en ella? ¿Cómo, esperando yo que
diese uvas, ha dado uvas silvestres?” (Isaías
5:4), es decir que dieron el fruto que no
debieron haber dado, dieron el fruto como si
hubieran sido abandonados. Pero en el caso del
pueblo de Israel Dios estuvo ahí pendiente de
ellos, los bendijo, les ayudó en todo, pero el
pueblo le respondió mal. Dio el fruto contrario,
ese es el fruto de la carne, fruto de su pecado,
resultado de su extravío, es el resultado de
haber abandonado a Dios. El Señor tuvo que
quitar el portillo, la cerca y todo y lo dejó a
merced de sus adversarios, de sus enemigos y
como bestias entraron para hollar a Israel,
fueron castigados en diferentes oportunidades,
sin embargo el pueblo nunca aprendió la lección.
En 1 Reyes 18:30 encontramos que el altar estaba
arruinado “Entonces dijo Elías a todo el pueblo:
Acercaos a mí. Y todo el pueblo se le acercó; y
él arregló el altar de Jehová que estaba
arruinado”, el altar arruinado nos habla de
descarrío. Lo primero que se hace para que una
persona se aparte de Dios es cuando se deja de
oír la palabra, recordemos que “la fe es por el
oír, y el oír, por la Palabra de Dios” (Romanos
10:17). En 1 Samuel 3:1 nos dice: que en los
días del sacerdote Elí “la Palabra de Jehová
escaseaba en aquellos días; no había visión con
frecuencia”. En esos días el sacerdote y el
pueblo estaban en condiciones similares, habían
desórdenes dentro del sacerdocio, abusos de
autoridad y diversas situaciones que hicieron
que el pueblo dejara de congregarse, porque no
había nada que los animara y los ayudara; no
había la amonestación ni la enseñanza de las
Escrituras; entonces el pueblo se apartó, se
descarrió y más adelante la gloria de Dios fue
quitada de ellos; cayendo en una condición
lamentable y triste.
Hallamos en el libro de Lamentaciones 2:14 esta
declaración: “Tus profetas vieron para ti
vanidad y locura; y no descubrieron tu pecado
para impedir tu cautiverio, sino que te
predicaron vanas profecías y extravíos”, aquí
Jeremías lamenta que los profetas dejaran de
enseñar la verdadera doctrina y no amonestaran
contra el pecado, sino que se dieron a predicar
vanas profecías y extravíos. Lo que hacían era
hablarles de bendiciones, de prosperidades, los
llenaban de ilusiones, todo era falso; no los
confrontaban con las Sagradas Escrituras, no era
un mensaje que los hiciera reflexionar para
volverse a la senda antigua e ir en pos del
verdadero camino; cuando esto ocurre hay
descarrío, y el descarrío los llevó al
cautiverio. Todo el que vaya a bendecir y el que
llegue con una profecía falsa a desearle
prosperidad es bienvenido, pero se le cierra la
puerta a aquellos predicadores que no andan con
vanas palabras, ni vanas profecías, sino que van
a la ley y al testimonio, y le dicen la verdad,
porque no tienen temor, porque no venden el
mensaje, no están aquí para hacer un espectáculo,
están aquí para traer un mensaje responsable,
que los confronte, que los haga temblar, un
mensaje que los lleve a la realidad de sus
propias vidas.
En versos anteriores nos dice la Biblia:
“Entonces Elías dijo a los profetas de Baal:
Escogeos un buey, y preparadlo vosotros primero,
pues que sois los más; e invocad el nombre de
vuestros dioses, mas no pongáis fuego debajo. Y
ellos tomaron el buey que les fue dado y lo
prepararon, e invocaron el nombre de Baal desde
la mañana hasta el mediodía, diciendo: ¡Baal,
respóndenos! Pero no había voz, ni quien
respondiese; entre tanto, ellos andaban saltando
cerca del altar que habían hecho. Y aconteció al
mediodía, que Elías se burlaba de ellos,
diciendo: Gritad en alta voz, porque dios es;
quizá está meditando, o tiene algún trabajo, o
va de camino; tal vez duerme, y hay que
despertarle. Y ellos clamaban a grandes voces y
se sajaban con cuchillos y con lancetas conforme
a su costumbre, hasta chorrear la sangre de
ellos. Pasó el mediodía, y ellos siguieron
gritando frenéticamente hasta la hora de
ofrecerse el sacrificio, pero no hubo ninguna
voz, ni quien respondiese ni escuchase”, 1 Reyes
18:25-29. Al burlarse de ellos les estaba
diciendo que Baal no es Dios, porque si fuera
verdadero Dios estaría en todo lugar, podría
atender a todos a la vez y no se cansaría ni
dormiría
Elías le había dicho al pueblo que “el Dios que
respondiese por medio de fuego, ése sea Dios. Y
todo el pueblo respondió, diciendo: Bien dicho”
(1 Reyes 18:24), aquí está llamando al pueblo al
arrepentimiento, a la restauración personal y
nacional. Cuando hay un llamado así es una
invitación a aquellos que han conocido a Dios,
los está llamando a la comunión, a volverse a la
santidad, a vivir una vida consagrada, a
depender de nuevo en Dios. El apóstol Pablo le
dijo a la iglesia de los gálatas: “Vosotros
corríais bien; ¿quién os estorbó para no
obedecer a la verdad? Esta persuasión no procede
de aquel que os llama. Un poco de levadura leuda
toda la masa” (Gálatas 5:7-9). Por un instante
recuerda los primeros días en el Señor, cuando
servir a Dios no era una carga sino una alegría,
el estar en comunión era un deleite, el estar en
la casa de Dios era una poderosa bendición.
Hacía todo por llegar a la casa de Dios, no se
lo quería perder por nada, se esforzaba, cuando
no había comodidad lo soportaba todo, porque
esto era lo más importante para su vida.
Amado lector si ha perdido el interés en el
Señor y no le es importante lo invitamos a
volverse a Dios, a retomar la senda antigua lo
más pronto posible, hoy mismo, y decirle Señor
yo necesito de ti, yo necesito un toque tuyo, yo
necesito que tú me llenes, yo no quiero vivir
una vida descarriada y vacía, yo no quiero
seguir como un religioso, yo quiero beber de los
ríos del Espíritu, beber de la Palabra, correr
tras el mensaje de vida.
¿Cómo está su altar espiritual? Su vida no es la
misma, no hay alabanza, no hay vida, no hay
unción, no hay Palabra, no hay el deseo de ganar
a los perdidos, no hay el deseo de avanzar,
entonces hay que arreglar el altar, eso quiere
decir que el altar está arruinado. El humillarse
ya no le es sencillo, ha perdido la esencia, ha
perdido la vida, ha perdido el verdadero
propósito, entonces es hora de volverse a Dios
para que vuelva el tiempo de entrega, de
consagración, de servicio, de deleite espiritual.
El Señor tuvo que quitar la cerca y todo lo dejo
a merced de sus adversarios y como bestias
entraron para hollar a Israel, fueron castigados
en diferentes oportunidades, sin embargo el
pueblo nunca aprendió la lección.
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