Mensajes Escritos de Impacto

 

 

 

EL REFUERZO DE DIOS

Rev. Lemette Zephyr



El hombre de este siglo enfrenta grandes retos, proyectos muy significativos que son propios de nuestra época.

Los cristianos también enfrentamos retos y obras que suelen ser en ocasiones cargas muy pesadas, que nos hacen sentir incapaces e insuficientes, pero a diferencia de los del mundo, podemos contar con el refuerzo que viene del Soberano Dios.



Los avances tecnológicos han reducido el empleo del esfuerzo humano, muchas cosas se han resuelto, la distancia ya no es un obstáculo, se ha conquistado el espacio. Todo esto contribuye a que el hombre que no conoce a Dios, piense que es dueño del universo. Sin embargo, toda esta tecnología no ha podido resolver los problemas más agobiantes del ser humano los cuales son las enfermedades y la misma muerte.



Dios sigue siendo el dueño del universo. Cada vez que un avión se cae, hay un accidente, se hunde un barco y ocurre alguna catástrofe observamos como el ser humano invoca el nombre de Dios o Jesús. Dios es conocido por el hombre sólo cuando éste está en problemas y dificultades. Es cuando se busca el refuerzo de Dios.



Al observar al mundo, los adelantos alcanzados y advertir sus límites tenemos mayor razón para creer y confiar en Dios. Los inconversos creen que los logros son razones importantes para creer en Jesucristo y la obra de Dios; y colocan su confianza en otros hombres como ellos. Nos ha tocado vivir en un mundo materialista, humanista e incrédulo. A medida que siga creciendo el conocimiento humano en lo científico y lo tecnológico, nosotros tenemos que seguir indagando la voluntad de Dios para enfrentarnos con valentía y con la unción del Espíritu Santo a estos nuevos retos.



El apóstol Pablo en 2 Timoteo 3:1-4 nos describe la calidad de vida de estos tiempos y como serían los hombres de este siglo. Veamos lo que nos dice: “También debes saber esto; que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos. Porque habrá hombres amadores de si mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores de lo bueno, traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios.



Vivir en este mundo tal como es, sin ser como el mundo, es un reto. Esto es posible porque nosotros no estamos siguiendo el modelo del mundo. Encontramos que la ley que rige al mundo actual, es la de que “se vale por lo que se posee o lo que se tiene y por lo que se conoce”. Se adquiere grandeza por ser empresario, poseer bienes y dinero, ser un gran intelectual, un pornográfico, un disertador y un irreverente. Esta es la ley del mundo.



Existe gran competencia por puestos en todas partes. El hombre con una inteligencia promedio se siente prepotente. Siente como que no hay espacio para él, no hay lugar para él. Porque para poder dominar, hay que abusar de los pequeños, para ser el cacique hay que subyugar, derribar a los posibles competidores para tener el control de todo. Son a los que el apóstol Pablo describe: “hombres amadores de si mismos,… amadores de los deleites más que de Dios” no creen en Dios, no respetan a Dios, no valorizan la santidad de Dios y sólo aman su dios “el yó”.



Lo que antes eran normas importantes de la sociedad, en la actualidad no valen nada. Vivir en este mundo implica para la Iglesia revestirse de la fortaleza de Dios. Revestirse del poder de Cristo, buscar cada día estar escondido en Cristo, porque tenemos en este mundo una labor que realizar y estamos aquí con un propósito.



En lo que Cristo venga, tenemos que seguir pelando la batalla conquistando reinos, enfrentando situaciones complicadas, y saliendo vencedores de todas esas situaciones. Esta es la condición que Cristo ha puesto para ser coronados con El.



Es grande y difícil el contexto actual del mundo. Al vivir de forma diferente a este mundo, es decir con otro estilo de vida a los que ellos viven, enfrentaremos entonces la persecución. Pablo dice: 2 Timoteo 3:12 “Todos los que quieren vivir piamente en Cristo Jesús padecerán persecución”.



La persecución empezará en la casa. No son los enemigos de afuera los que perseguirán al justo, sino la gente de su propia casa, la gente de su propio país. El mundo va a seguir de mal en peor, pero el cristiano tiene que ser cada vez más fuerte en Dios, cada vez más fortalecido por Dios, cada vez dependiendo más de Dios. Este mundo pasa, nuestro Dios permanece, las cosas de este mundo fracasan, nuestro Dios vence. Es por esto que no podemos dejar de conquistar, hasta que Cristo venga tenemos que seguir conquistando. Cada día conquistando almas para Cristo, conquistando nuevos países para Dios, conquistando lo que no hemos alcanzado hasta hoy. Los impedimentos no tienen ni deben prevalecer. Cristo dijo”Que las puertas del infierno no prevalecerán contra la Iglesia”.



Tenemos que hacer nuestras estas palabras, asumirlas como algo posible, como algo realizable; porque Dios nos da fuerzas, Dios nos fortalece, Dios pelea por nosotros, Dios combate al enemigo, Dios quita los impedimentos, Dios nos ayuda en los obstáculos, Dios nos rejuvenece, Dios nos abre las puertas y también las cierra, Dios hace, lo que nosotros no somos capaces de hacer con las fuerzas humanas, con nuestros recursos. ¿Qué pues, diremos a esto? Si Dios es con nosotros ¿quién contra nosotros? Romanos 8:31



La Palabra en Zacarías 4:6 dice “No es con ejercito, ni con espada, sino con mi Espíritu dice Jehová”. El Espíritu de Dios nos permite llegar mas lejos de lo que nosotros podríamos pensar que fuera posible en nuestras vidas. Nuestro Dios nos ha prometido grandes cosas y nos ha capacitado con las herramientas necesarias para triunfar. El refuerzo se le da a alguien que está peleando cuando está debilitándose. Pero resulta que en la lucha nuestra el refuerzo es la parte más importante de la guerra, porque no es lo que hago yo o lo que hace usted es lo que hace Dios en la pelea.



Si Dios pelea por nosotros, quién nos vencerá, si Dios nos da la victoria, quien nos dará la derrota, si Dios nos lleva adelante, quién nos detendrá, si Dios nos levanta, quién nos atropellara. Amado hermano solo confía en Dios Todopoderoso, El nos da su apoyo, El es nuestra seguridad.