Mensajes Escritos de Impacto
CON
NUESTRA RESPONSABILIDAD
Rev. Samuel Rolón
“Hubo en tierra de Uz un varón llamado Job; y
era este hombre perfecto y recto, temeroso de
Dios y apartado del mal”. ”Y le nacieron siete
hijos y tres hijas.” “E iban sus hijos y hacían
banquete en sus casas, cada uno en su día y
enviaban a llamar a sus hermanas para que
comiesen y bebiesen con ellos…” Job 1:1, 2, 4, 5
El libro de Job se inicia con el testimonio de
Dios acerca de este gran hombre llamado Job. Por
encima de todo lo que los hombres puedan decir y
comentar sobre nosotros, está el testimonio de
Dios de nosotros, que es el que realmente cuenta.
Dios daba buen testimonio de Job porque él
procuro agradar a Dios y cumplir fielmente con
las responsabilidades que Dios había puesto
sobres sus hombros.
Entre las bendiciones que Dios le concedió
estaba la herencia de diez hijos. job se
preocupaba por sus hijos. Se preocupaba que sus
hijos, no se corrompieran, no se dañaran, no se
desviarán del camino de Dios, no se
materializarán, no se mudanalizarán, no se
modernizarán, no se canalizarán, no se mezclaran,
en fin, que no se olvidaran de la Palabra de
Dios que él les había enseñado y que con su
ejemplo les había demostrado que se puede ser
fiel y vivir en rectitud y santidad delante de
Dios y delante de los hombres.
Job sabía que tenia una responsabilidad que
cumplir delante de Dios por los hijos, la
descendencia, que Dios había puesto en sus manos.
Amado, ¿Qué responsabilidad ha puesto Dios en
tus manos: Una familia, un hogar, una Iglesia,
un presbiterio, una supervisión nacional, una
obra multinacional, un ministerio? ¿Te preocupas
por cumplir tu responsabilidad para con aquellos
que Dios ha puesto en tus manos? ¿Eres
responsable como esposo, padre, miembro de
iglesia, obrero, pastor, presbítero, supervisor,
oficial?
Job deseaba que sus hijos mantuvieran el temor a
Dios. La reverencia, la consagración, la
santidad, la espiritualidad, la visión de Dios y
de su obra. Quería que aquellos que le iban a
suceder en el futuro, crecieran y se
desarrollaran bajo los mimos principios, las
mismas normas, el mismo fundamento, la misma
formación, la misma carga, y la misma visión
bajo los cuales él se había levantado delante de
Dios.
Job sabía que era para que sus hijos, su
descendencia, llegaran a tener el testimonio de
su padre, el tenia que sacrificar por ellos. Su
responsabilidad lo llevaba a pasar por el altar
del sacrificio “todos los días”. Si queremos el
bienestar de la familia, la iglesia. La obra del
Señor a la altura de lo que Dios quiere y espera,
tenemos que sacrificar a favor de los nuestros;
sacrificar el sueño, para dedicar tiempo a la
bendita obra de Dios, sacrificar tiempo para
darle paso a la voluntad de Dios. Hay que pasar
“todos los días” por el altar del sacrificio. ¿Estás
dispuesto a pasar todos los días por el altar
del sacrificio por el bienestar de la familia,
la iglesia y la obra de Dios?
El ejemplo supremo de sacrificio lo tenemos en
nuestro adorado Salvador Jesucristo, quien “se
entregó a sí mismo”, por la iglesia, “para
santificarla,…a fin de presentársela a sí mismo,
una iglesia gloriosa…” Ef. 5:25-27. Cristo tuvo
que pasar por el altar del sacrificio por el
bien de los hijos de Dios, de la descendencia de
los redimidos con la sangre del cordero. Hay un
llamado de Dios a todo aquel que desee cumplir
fielmente con su responsabilidad delante del
Señor, a acudir al altar del sacrificio;”Si
alguno quiere ir en pos de mí, niéguese a sí
mismo, tome su cruz cada día, y sígame”. Nuestro
sacrifico tiene que ser diario, “cada día”,
permanente, continuo y constante, hasta que
Cristo venga por Su Iglesia. ¿Cuánto tiempo hace
que no pasas por el altar del sacrificio?
Levántate y comienza a sacrificar lo que sea
necesario en bien de la familia, la iglesia y la
obra del Señor.
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