Pastor Ezequias Garcia

LA ARMONIA EN LA FAMILIA

FONDO BIBLICO: GENESIS 45: 1-8; DEUTERONOMIO 6: 6, 7; PROVERBIOS 13: 24; PROVERBIOS 23: 22; EFESIOS 6:1-4; TITO 2: 4, 5

VERDAD CENTRAL: HAY ARMONIA EN EL HOGAR CUANDO TODOS LOS MIEMBROS DE LA FAMILIA ESTAN DISPUESTOS A ACEPTAR LAS RESPONSABILIDADES QUE DIOS LES HA ASIGNADO.

TEXTO AUREO: “ANTES SED BENIGNOS UNOS CON OTROS, MISERICORDIOSOS, PERDONANDOOS UNOS A OTROS, COMO DIOS TAMBIEN OS PERDONA A VOSOTROS EN CRISTO.” EFESIOS 4: 32

I. INTRODUCCION

En todo hogar cristiano deben prevalecer la paz y la armonía. Dios no deseó jamás que hubiera división en los hogares. Sin embargo, desde que ocurrió el asesinato de un miembro de la primera familia, descrito en Génesis 4: 8, el pecado ha estado carcomiendo las bases principales de las relaciones familiares (Gn. 21: 9-11; 27: 41-46).

Para que prevalezca la armonía en la familia, deberán tomarse pasos preventivos, fijando como meta común el establecimiento de una vida armoniosa. Para este fin han sido puestos los padres al frente de la familia. Ambos deben unir sus esfuerzos para lograr la armonía hogareña (Gn. 25: 27, 29).

Los padres deben dar a sus hijos un buen ejemplo de sumisión a la autoridad a través de su relación personal con Dios. Deben mantener una actitud bíblica entre ellos y demostrarles a sus hijos cómo la gente puede relacionarse armoniosamente. Los niños que crezcan en un hogar en el cual Cristo es el Señor, encontrarán mayor facilidad para desarrollar actitudes y valores que conduzcan a un tipo de vida Cristo céntrico.

A través de una cuidadosa observación de la relaciones matrimoniales de sus padres, los hijos aprenderán cómo relacionarse entre si de manera eficaz. Cuando la familia facilita el ambiente para que cada hijo establezca su propia relación con Dios, es cuando pueden llegar a desempeñar el papel que Dios les ha asignado en el mundo. En esta lección se ofrecerá orientación para ayudar a padres e hijos a adaptarse al plan que tiene Dios para lograr la armonía en la vida familiar.

II. LO QUE LOS PADRES LES DEBEN A SUS HIJOS - - DT. 6:6, 7; PR. 13: 24; EF. 6: 4; TIT. 2: 4, 5

A. Ejemplo:

Los padres les deben inculcar continuamente la verdad de Jehová Dios es uno solo y que desea que el ser humano lo ame con toda su persona: corazón, alma y fuerzas. Se les sugiere que lo haga en cuatro momentos estratégicos del día, como recordatorio de que la fe debe ser compartida constantemente con los hijos. ¿Cuál es el valor y significado de cada uno de estos periodos?

Ocasión Significado

Comidas Momentos de intimidad.

Trabajo Momentos de cooperación y comunicación.

La noche Momentos de paz y oración al acostarse.

La mañana Momentos de orientación para el día.

La expresión “estando en tu casa” sugiere la importancia de aprovechar las comidas para hablarles a los hijos acerca de Dios. Cuando la familia se reúne, es muy importante tratar con los hijos, tanto individual como colectivamente.

La frase “andando por camino” se refiere a los momentos en que la familia se pone en actividad para producir los medios de sostenimiento. Existen grandes oportunidades de instrucción mientras se realizan las actividades cotidianas. En esos momentos en es cuando los hijos aprenden a cooperar y comunicarse eficazmente unos con otros. Los niños necesitan aprender a desempeñar las funciones de la vida con espíritu de compañerismo y colaboración. También es de gran valor para ellos aprender a resolver los problemas que surgen en el quehacer diario. El ejemplo de los padres es determinante en esto.

Hay algo especial en la caída de la noche, que abre y predispone la mente joven. El anochecer es un momento especialmente apto para inculcarles a los niños las enseñanzas de la Palabra de Dios. Esto le ofrece paz y tranquilidad mental para irse a la cama.

La actitud con la cual una persona o familia empieza el día determina la felicidad o infelicidad que le producirá. Los padres deben dar el ejemplo y empezar el día con una actitud de adoración y de comprensión. Es este un momento estratégico para poner de relieve el amor de Dios y la gracia de Jesucristo. Cada mañana nos recuerda que hay un nuevo amanecer para el alma que está llena de Dios.

B. Instrucción:

Además de darles ejemplo, los padres deben explicarles a sus hijos los puntos más importantes y la forma en que deben realizarse las tareas de la vida más correctamente, la instrucción empieza con las cosas más sencillas de los quehaceres domésticos. Entre ellas están el orden y la limpieza en su cuarto y la colaboración el las faenas hogareñas, especialmente en la cocina y la limpieza. También debe darse a los niños la debida instrucción para que cuiden la propiedad y todas las cosas que hay en el hogar.

La disciplina es una forma muy eficaz de instrucción, porque equivale a poner un control en la vida del niño. Tanto David como Salomón usan la palabra “vera” (traducido como “castigo” en Pr. 13:24). El Antiguo Testamento une la expresión (vara) para referirse al castigo que los padres deben aplicar a los hijos siempre que sea necesario. El padre que detiene la “vara” o “castigo” de su hijo, aún cuando lo haga por no molestarlo, o por aparente amor, la realidad no le está haciendo nada bueno a su hijo. Por eso el sabio de los Proverbios llega a la conclusión de que “el que detiene el castigo, a su hijo aborrece; mas el que lo ama, desde temprano le corrige” (Pr. 13:24).



C. Corrección:

Usar ciertos pasajes de los Proverbios como excusa para azotar y castigar a los hijos en exceso no es sabio ni bíblico. Sin embargo, Salomón recomendó el uso de la vara para castigar a los hijos rebeldes, para librar su alma del Seol. (Pr. 10:13; 23: 13,124). Esto nos recuerda que la rebeldía es como el pecado de hechicería (1 S. 15:23)

La disciplina correctiva exige que se reprenda a los hijos por los errores cometidos y se traten de encontrar nuevas maneras de resolver los problemas. El uso de orientación que da la Biblia, tanto para evitar los problemas, como para dar la corrección, hace de la disciplina una fuerza positiva que promueve la justicia dentro de la familia cristiana (2 Ti. 3:16,17).

Los padres tienen la responsabilidad de orientar a sus hijos a través de la corrección amorosa y la enseñanza preventiva. Aunque es probable que no siempre sean bien aceptados sus consejos, es responsabilidad de los padres señalar las anormalidades que se presentan y seguir soluciones prácticas y cristianas para los problemas de la vida. El apóstol Pablo les indica a los padres que amonesten a sus hijos siempre que sea necesario (Ef. 6:4). El siguiente esquema nos ilustra la doble responsabilidad de los padres en el desarrollo de sus hijos:

Disciplina – Enseñanza

Corrección – Instrucción

Castigo - Orientación

D. Amor:

El hecho de que Pablo les diga a los padres que no provoquen a ira a sus hijos, y a las madres que los amen, es muy significativo. Esto significa que el método usado por la madre podrá ser diferente al que usa el padre, y viceversa; pero, al final ambos persiguen el mismo propósito.

Pablo les indica a las madres que fomentan una mente sana y que utilicen todo el talento intelectual y la fuerza emocional que Dios les ha dado para desempeñar su papel de madres. Deben amar a sus esposos y a sus hijos, pero no de la misma forma. El amor al esposo debe estar saturado de afecto y amistosa identificación. Esto implica que se han de querer como los mejores amigos. El amor por los hijos es el cariño maternal, ese apego especial que una madre siente por alguien a quien ha dado a luz o ha adoptado (Tito 2:4).

Para que una mujer ame como debe hacerlo, según las instrucciones de la Palabra de Dios, debe tener un buen concepto de si misma. Debe ser sincera consigo misma y poseer autocontrol. Además, debe observar una conducta moderada; tener una mentalidad pura, hábitos limpios y apariencia modesta. No debe haber en ella desobediencia voluntaria a Dios ni a su esposo. La demanda de Tito 2: 5, de que las esposas jóvenes estén “sujetas a sus maridos” es idéntica a la de 1 Pedro 3: 1 y corresponde a la “sumisión” mencionada en Efesios 5: 22. la respuesta a todas estas demandas divinas debe ser voluntaria y abundante. El amor por el esposo debe brotar fuertemente como el agua de un pozo profundo. Solamente cuando el amor es espontáneo y está sumiso a la voluntad de Dios puede llegar a ser un verdadero ejemplo y una inspiración para la familia.

III. LO QUE LOS HIJOS LES DEBEN A SUS PADRES - - PR. 23: 22; EF. 6: 1-3

Atención - - Pr. 23: 22
Una de las características más difíciles de cultivar en la familia es la capacidad de oír a los padres. Salomón amonesta a los hijos para que oigan atentamente a sus padres.

Así como los padres tienen la obligación de darles ejemplo en todo, los hijos necesitan cultivar la actitud de escucharlos con atención y desarrollar en si mismos las mejores técnicas para escuchar a su familia. Los padres están en la posibilidad de compartir con sus hijos no sólo los conocimientos que han adquirido en sus estudios y experiencias, sino también, toda la sabiduría que viene con la edad. Esto es una información de gran valor que se debe compartir con los jóvenes y los niños. A los padres se les ordena amar, ensañar, cuidar, disciplinar y proveer las necesidades de la familia; en cambio, a los hijos sólo se les indica que obedezcan y honren a sus padres (Ex. 20:12; Mt. 15:4; Col. 3:20).

Obediencia - - Ef. 6: 1-3
El asunto de la disciplina de los hijos ha sido un tema controversial para los padres cristianos. En realidad, ¿cómo deben los cristianos tratar a sus hijos en lo que se refiere a la disciplina? ¿Cuándo es exagerada la disciplina? ¿Cuándo es poca? ¿Cuáles son los efectos de estos dos extremos?

Muchos niños viven en un ambiente hogareño donde todo está permitido. Los resultados de tal aparente amor sin restricciones son a menudo una notable falta de autocontrol y mucha confusión. Al mismo tiempo todos estamos conscientes de los malos resultados de una disciplina áspera. El maltrato a los menores es una de las grandes tragedias de la sociedad actual.

Quizás resultado beneficioso entender con claridad lo que es en realidad la disciplina. Esta no consiste únicamente en los actos con los cuales se castigan las cosas mal hechas. Ese es solamente un aspecto de la disciplina: el negativo. El verdadero proceso de la disciplina cristiana incluye la enseñanza, la orientación y la corrección.

La disciplina hogareña es muy importante para el desarrollo espiritual del hijo. Un hijo que no aprenda a obedecer a su padre terrenal, probablemente nunca aprenda o obedecer a su Padre Celestial. Sólo cuando los hijos aprendan a escuchar atentamente y ser sumisos a la autoridad de los padres sabrán también cómo someterse a la autoridad divina.

Honra - - Dt. 5: 16; Mr. 7:10
La obediencia quizá no sea fácil, pero se verá inspirada por el anhelo de los hijos de honrar a sus padres. Los hijos que aprecian y honran a sus padres, descubrirán que los pueden honrar más, amándolos. Jesús nos puso el ejemplo en el tipo de relaciones que mantuvo con su Padre durante su vida terrenal (Jn. 8:49).

Aquellos padres que sigan la admonición de Pablo en Efesios 5:33, tendrán esa noble conducta que sus hijos estarán deseosos de admirar, es decir, de amar y respetar. Es más fácil honrar a los padres que son personas honorables.

IV. LO QUE LOS MIEMBROS DE LA FAMILIA SE DEBEN UNOS A OTROS - - GN. 45: 1-18

Amor
Los problemas y las rivalidades no empezaron ahora en el siglo veinte. Desde la primera familia ha existido la rivalidad y las dificultades entre los hermanos - - Gn. 4:8; 21:9, 10; 27: 41; 37:8; 2 S. 13:28. Aunque el plan de Dios es que el amor reine en la familia, el diablo siempre ha hallado maneras de sembrar discordias familiares a través de las generaciones. La familia de Jacob no era una excepción.

Aunque no se usa la palabra “amor” en la narración del Génesis sobre el encuentro de los hijos de Jacob en Egipto, la gran emoción que demostró José es una indicación de su profundo amor por su familia. Todos aquellos años de sufrimiento y separación fueron eclipsados cuando se sintió nuevamente unido a sus hermanos. Cualquier enojo a rencor que hubiera asentido mientras estaba en la cárcel por causa de la mujer de Potifar, y todo dolor por el rechazo de parte de sus hermanos no significaron nada ante la alegría de ver a su propia familia a salvo en la tierra de Egipto. El hecho de que ellos estaban en esta ocasión totalmente a merced suya no le importo nada a José. Los amaba entrañablemente y pronto trató de ayudarlos a reconocerlo para evitar que se apoderara de ellos un gran temor y huyeran de él.

Esto es lo que les dijo, expresado en nuestras propias palabras: “no se angustien por lo que me hicieron. No tengan temor de estar ahora en mis manos, así como en una ocasión, hace muchos años, yo estuve en las de ustedes. Dios ha sido quien ha obrado todo esto, y lo ha hecho para su gloria y para que ustedes no perezcan de hambre, sino que gocen de seguridad”. ¡Cuán parecido es esto a lo que dice Pablo en Romanos 8: 28! El hecho de que José abrazara a cada uno de sus hermanos y llorara en forma tan emotiva, demuestra el gran afecto que había en lo profundo de su corazón por cada uno de los miembros de su familia.

Respeto
José demostró su respeto a sus hermanos al hacerse reconocer por ellos. Muy bien pudo haberlos puesto en aprieto ante los egipcios; pero, por el contrario, se reunió con ellos en privado y allí les declaró quién era. Su principal preocupación era el estado en que se encontraba su padre porque por muchos años no lo había visto ni había tenido noticias de él. Los años, las experiencias y su posición no opacaron su respeto y amor por sus hermanos y por el hombre que lo había engendrado y con quien había mantenido una relación tierna y cariñosa.

Ayuda
José sabía que su familia se encontraba en gran necesidad. Todavía quedaban cinco años de hambre (Gn. 45:2) y ya no contaban con nada para sobrevivir. Sólo José podía hacer algo para resolver esta situación. Como señor y gobernador de toda la tierra de Egipto, tenía dominio sobre todo el comercio del país. Gracias al puesto que ocupada (Gn. 41: 38-43) podía ofrecerles tierra para que se establecieran.

Debe notarse que José no puso a sus familiares en una institución benéfica para que los trataran como refugiados o mendigos. El les asignó en propiedad un lugar en el cual pudieran establecerse y mantener siempre su dignidad, dependiendo de la productividad de su trabajo. Esto no sólo les dio honra, sino que les produjo una vida muy estable y cómoda (Gn. 47: 1, 5, 6).

Cuando la vida espiritual de la familia es fuerte y el amor fluye abundantemente, la familia cristiana se convierte en un cielo en medio de este mundo lleno de dolor, quebranto y discordia. La familia puede mantenerse unida y en perfecta armonía cuando cada uno de sus miembros está dispuesto a esforzarse por suplir las necesidades de los demás. Todas las necesidades que nosotros los seres humanos experimentamos, nos han sido puestas por Dios. El también instituyó la familia para que sirviera como instrumento, de manera que se ayudaran mutuamente a buscar una verdadera satisfacción moral y espiritual. Las necesidades básicas existen en todos los miembros de la familia son:

1. saberse valioso,

2. seguridad,

3. aceptación,

4. elogios,

5. amor,

6. disciplina,

7. relación personal con Dios.

Para vivir unidos en un mundo se está desintegrado y donde día tras día se provocan situaciones en las que se menoscaba la integridad y los valores morales de la familia, necesitamos armarnos de la firme decisión de aplicar las verdades de Dios a nuestra vida hogareña. Este es, al fin y al cabo, la voluntad del Creador de la primera familia en la tierra y de todas.