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La Iglesia en el Siglo I
Los judaizantes
LOS JUDAIZANTES Y EL APÓSTOL PABLO
(Las 7 leyes de Noé y el Concilio de Jerusalén)
Introducción.
Tratar sobre el tema de "judaizar" no es cosa
fácil para nosotros que hemos accedido a la fe
de Jesús -al que hemos reconocido como el Mesías
de Israel- desde el ámbito gentil o no judío.
Cuando digo gentil (goy en hebreo) me estoy
refiriendo a que si el mensaje del Señor es
primeramente para los judíos: "A estos doce
envió Jesús, y les dio instrucciones, diciendo:
Por camino de gentiles no vayáis, y en ciudad de
samaritanos no entréis, sino id antes a las
ovejas perdidas de la casa de Israel" (Mateo
10:5-6) y "Porque no me avergüenzo del evangelio,
porque es poder de Dios para salvación a todo
aquel que cree; al judío primeramente, y también
al griego" (Romanos 1:16), nosotros como
gentiles, esto es, como no pertenecientes a la
familia física de Israel (para ello según la Ley
judía hay que ser hijo de judía -ni siquiera
vale con ser hijo de judío y de madre gentil-)
hemos sido invitados a ser injertados en ese
árbol que es Israel por medio de la conversión
al Mesías: "Porque si tú (gentil o goy) fuiste
cortado del que por naturaleza es olivo
silvestre (el paganismo), y contra naturaleza
fuiste injertado en el buen olivo (esto es, en
el pueblo de Israel por la conversión), ¿cuánto
más éstos, que son las ramas naturales (los
judíos), serán injertados en su propio olivo?" (Romanos
11:24).
Nos cuesta pues leer el "judío" Nuevo Testamento
-con un mensaje universal- sin quitarnos las
gafas gentiles o romanas que en algún caso nos
pusieron como gentiles cuando nacimos, y que
conservamos en muchos casos cuando nos
convertimos a Yeshua (Jesús) el Mesías de
Israel. Resulta por esto más que interesante
leer los comentarios de los judíos (Sean éstos o
no conversos al que nosotros consideramos su
Mesías: Yeshua) cuando, analizan, traducen o
simplemente hablan del Nuevo Testamento.
Los judíos que leen el Nuevo Testamento o Nuevo
Pacto a nada que sean honestos y lo hagan sin
las pasiones y recelos que les produce el simple
nombre de Jesús o de Cristianismo (debido al
malísimo testimonio que durante 1800 años les
han dado ciertas religiones mayoritarias que se
hacen llamar cristianas) enseguida detectan que
es un libro judío, escrito por judíos, sobre
temas judíos, con una mentalidad plenamente
judía. Si alguien sabe francés existe una
traducción de la Biblia de un judío llamado
André Chouraqui, rabino judío ortodoxo francés,
traductor de la Biblia (Antiguo y Nuevo
Testamento) en versión judía. Alguno de sus
comentarios ya los escribo en otra parte de esta
WEB, pero los repito aquí: "Yeshua, portador de
un anuncio de redención, aspira a cumplir la
Torá, no a suprimirla: la verdadera piedad exige
una absoluta sinceridad, un amor infinito hacia
ADONAI y hacia el prójimo. La oración que enseña
a sus discípulos, el "Padre Nuestro" (Matyah
6:9-13 - Mateo 6:9-13) une dos textos que los
judíos recitan cotidianamente en las liturgias,
el Qadish y los Semonei ´Esrei o "Dieciocho
bendiciones". (La Bible Chouraqui, Liminaire
pour un Pacte neuf; pág. 1870) Hablando de
Pablo, este mismo autor, que se dice a si mismo
"al parecer, el primero en Israel en haber
traducido y comentado el conjunto de los textos
del Nuevo Testamento", nos dice: "A diferencia
de una importante facción del judaísmo
helenizado, Pablo jamás rompió con sus raíces
hebraicas y rabínicas, y permanecerá
inquebrantablemente fiel hasta la muerte a
Elohim y al Pueblo de Israel: Como en el caso de
Iéoshua, fue condenado a muerte por los romanos
en tanto que judío rebelde. A pesar de su
antilegalismo (...) Pablo fue toda su vida un
judío ferviente y practicante. Encontraba en las
comunidades judías de la Diáspora una acogida
generalmente abierta. La cronología de sus
viajes se fija en función de las fiestas judías.
La resistencia que los fariseos, cuando pueden,
oponen a su acción, era normal en el
enfrentamiento general entre sectas (judías) de
su tiempo (...) En nuestros días todavía un
rabino, de la obediencia que sea, ortodoxo,
conservador o liberal, jamás es acogido sin
reservas ni riesgos en la sinagoga de una
tendencia que no sea la suya" (La Bible
Chouraqui, Lettres de Paulos; Pág. 2182).
Como resumen de lo dicho, tan solo al menos el
intento de hacer ver que como gentiles que somos,
sin parte ni beneficio de la riquísima y
milenaria cultura judía y su herencia religiosa,
difícilmente podremos entender y leer el Nuevo
Testamento como lo que es: Un libro judío.
Estudiando judaísmo apenas podemos vislumbrarlo,
debido a las gafas "romanas" y "romanizadas" que
hemos heredado, o simplemente -si somos honestos-
a nuestra desgraciada en muchos casos Judeofóbia
heredada culturalmente, seamos católico-romanos,
protestantes o evangélicos o de cualquier otro
grupo llamado "cristiano". Y esto es importante
para el estudio que pretendo desarrollar a
continuación.
La conversión al judaísmo. Los "prosélitos de la
puerta" y los "prosélitos de la justicia".
Cuando un judío habla de que alguien es "judío"
se está refiriendo a una persona que, habiendo
nacido de madre judía (de vientre judío) ha sido
circuncidada al octavo día conforme al ritual
establecido por la ley de Moisés. Es por esto
que a los verdaderos judíos les molesta
enormemente la cantidad de "tarados" (que es lo
que son) que, proviniendo del cristianismo, hoy
en día se refieren a si mismos como "judíos" en
la mayor de los casos por ignorancia.
(NOTA: no estamos hablando aquí de la manera en
que Pablo nos llama a los gentiles que hemos
abrazado la Ley del Mesías "judíos"
interiormente o cosas similares, sino de lo que
para el judaísmo ha sido y es un judío hoy y
hace 2000 años).
Si un goy (gentil) se acerca a un rabino judío y
le dice "quiero convertirme al judaísmo", lo más
probable es que primeramente el rabino analice
bien el porqué de dicho deseo, y que le explique,
tras un minucioso estudio del tema, que no es
necesario que se circuncide ni que guarde los
más de 600 mandamientos que todo judío debe
guardar según la Ley de Moisés, sino que le
basta, para agradar al Dios de Israel, el
cumplir lo que ellos llaman las 7 leyes de Noé (que
enseguida analizaremos), y pase así a
convertirse en un Noéjida o "Prosélito de la
puerta", a diferencia del que siguiendo adelante
por las razones que sean, desea pertenecer 100%
al pueblo de Israel, circuncidarse, y guardar
toda la Ley de Moisés, al que llaman "Prosélito
de la justicia". Insisto en que un rabino
primeramente tratará de hacer notar al gentil
que no es necesario de ningún modo circuncidarse
ni comer kosher (las complicadas reglas
dietéticas para los judíos según la Ley) ni
guardar todos los complicados mandamientos de la
ley de Moisés.
Las 7 leyes de Noé y el Concilio de Jerusalén.
Las 7 leyes de Noé son 7 leyes que la tradición
judía -basada en las Escrituras- dice que deben
ser guardadas por los gentiles o goym (personas
de madre no judía que no han ingresado por el
ritual correspondiente en el judaísmo) que
quieren servir a Dios sin necesidad de guardar
la Torá de Moisés. A estos gentiles se les llama
en el Nuevo testamento "Prosélitos" o "Temerosos
de Dios". El judaísmo los llama "Noájidas" (de
Noé), "Prosélitos de la Puerta" o simplemente "Temerosos
de Dios". Como hemos dicho arriba el judaísmo en
general distingue entre los llamados "Prosélitos
de la Puerta" (que se limitan a guardar las 7
leyes) y los "Prosélitos de la Justicia" que dan
el paso de circuncidarse y realizar otros
rituales y pertenecer así plenamente al pueblo
de Israel. En el caso del Nuevo Testamento el
centurión de Hechos 10:1 "...llamado Cornelio,
centurión de la compañía llamada la Italiana,
piadoso y temeroso de Dios" es un "prosélito de
la puerta", mientras que el "Nicolás prosélito
de Antioquia" de Hechos 6:5 sería un "prosélito
de la justicia", circuncidado (si no, no hubiese
tenido siquiera acceso al Templo de Jerusalén
donde los primeros judeocristianos se
congregaban) y guardador de la Ley de Moisés.
Esto, que a nosotros como gentiles se nos escapa,
para un judío que lee el Nuevo Testamento es una
obviedad absoluta, pues forma parte de su vida,
de su cultura y de su sentir cotidiano. Es
evidente, claro y sencillo.
Respecto a las citadas 7 Leyes de Noé, éstas
son: (se recogen entre otros textos en la
tradición judía en el Talmud, Sanedrín 56 a y b)
No adorar dioses falsos (Cualquier dios fuera
del Dios de Israel)
No blasfemar.
No asesinar.
No robar.
No mantener relaciones sexuales ilícitas (no
fornicar).
No comer carne de animal con sangre o vida
(comer animales sacrificados según leyes
específicas del judaísmo).
Promover el juicio y la justicia en el lugar de
residencia (Vidas honestas y rectas).
El lugar que corresponde a cada uno, directo o
indirecto, en la Torá (Pentateuco),
posteriormente al Diluvio lo encontramos en (cito
con una Biblia judía). Añado el comentario que
hacen los judíos ortodoxos a cada versículo en
relación con las Leyes.:
"a imagen de Elohim Él hizo al hombre" (Bereshit
/ Génesis 9:6) - Si Él nos hizo, ¿cómo habremos
de adorar falsas deidades?
"Elokim bendijo a Noaj y a sus hijos" (Bereshit
/ Génesis 9:1) - Si Él nos ha bendito, ¿cómo
habremos de blasfemar?
"Yo pediré cuentas a cada uno por la vida del
hombre" (Bereshit / Génesis 9:5)
"Todo lo que se desplaza y vive os servirá de
alimento. Del mismo modo que las plantas, os lo
doy todo" (Bereshit / Génesis 9:3) - Todo esto
nos ha entregado, pero ¿tenemos derecho a
usurpar/robar aquello que no nos ha dado?
"Yo establezco Mi pacto con vosotros, con
vuestros descendientes después de vosotros"
(Bereshit / Génesis 9:9) - Si no se mantiene la
fidelidad conyugal, y el respeto y orden sexual,
¿cómo estar seguro de que aquel a quien llamamos
hijo es realmente nuestro hijo, y no hijo del
amante de nuestra señora?
"no comeréis carne con su vida (su sangre)"
(Bereshit / Génesis 9:4)
"Yo establezco Mi pacto con vosotros" (Bereshit
/ Génesis 9:9) - ¿Qué garantiza que los pactos
sean debidamente acordados y mantenidos sino la
justicia y el juicio?
Según la tradición judía seis de estos siete
mandamientos habían sido dictados a Adán aún
estando en el jardín del Edén. Hoy los judíos
ortodoxos no creyentes en Yeshua piensan que un
gentil que quiere agradar al Dios de Israel se
basta con cumplir los 10 mandamientos y estas
llamadas 7 leyes de Noé. Al parecer en la época
de Jesús se discutía cual era el número de estos
mandamientos para los gentiles, si 4, 6 ó 7.
Lo que mandó el llamado (pues la palabra
"Concilio" no está en la Biblia) Concilio de
Jerusalén (cuando la primera iglesia era judía)
para los gentiles que se querían convertir al
Mesías, como el lector conocedor del Nuevo
Testamento habrá reconocido es exactamente esto
que acabamos de leer. Veámoslo:
"Por lo cual yo juzgo que no se inquiete a los
gentiles que se convierten a Dios, sino que se
les escriba que se aparten de las
contaminaciones de los ídolos, de fornicación,
de ahogado y de sangre" (Hechos 15:19)
Esto es:
Que sean monoteístas y crean solo en el Dios de
Israel: "que se aparten de las contaminaciones
de los ídolos" (Esto incluye no blasfemar, no
robar, etc.)
Que no mantengan relaciones sexuales ilícitas:
"que se aparten de... fornicación"
Que no coman carne de animales ahogados: "que se
aparten de... ahogado" (Esto habla de la manera
en que según el judaísmo debe ser sacrificado un
animal -sin dolor-, etc.)
Que no coman carne con su sangre: "que se
aparten... de sangre" (Absolutamente prohibido
para un judío -y por ende para un cristiano-
probar la sangre, como vemos en numerosos textos
de la Biblia)
Como vemos, Pablo, como buen judío que era,
conocedor de la Ley y criado en Jerusalén a los
pies del fariseo Gamaliel I, aplicó a los
gentiles que se convertían al Mesías lo que él
ya sabía: Que un gentil que deseaba servir a
Dios y honrarle, no tenía porqué cumplir los
complicados ritos de la Ley de Moisés reservados
exclusivamente a los judíos. Así dice el judío
Simon bar Joná (Pedro) en el Concilio:
"Ahora, pues, ¿por qué tentáis a Dios, poniendo
sobre la cerviz de los discípulos un yugo que ni
nuestros padres ni nosotros hemos podido llevar?
Antes creemos que por la gracia del Señor Jesús
seremos salvos, de igual modo que ellos."
(Hechos 15:10-11).
Veremos como afecta esto a judíos y después a
los gentiles:
Los judeonazarenos o judeocristianos y la Ley de
Moisés
Observemos que pese a que Pedro dice esto, él
así como Pablo y los demás "judeocristianos"
eran fieles judíos cumplidores de la ley, como
lo había sido el mismo Jesús. Así vemos que el
libro de los Hechos nos da varias pistas al
respecto. No justificamos con esto el "judaizar"
para los gentiles, pero si el entender que un
judío que cree en el Mesías (como conozco ya a
varios) puede guardar la Ley de Moisés como tal
ya que como dice Pablo: "Porque Dios es uno, y
él justificará por la fe a los de la
circuncisión, y por medio de la fe a los de la
incircuncisión. ¿Luego por la fe invalidamos la
ley? En ninguna manera, sino que confirmamos la
ley." (Romanos 3:30-31):
Los judeocristianos, como judíos que eran se
reunían en el Templo de Jerusalén, sin que los
demás judíos lo impidiesen:
"Y perseverando unánimes cada día en el templo"
(Hechos 2:46)
"Pedro y Juan subían juntos al templo a la hora
novena, la de la oración" (Hechos 3:1)
"y estaban todos unánimes en el pórtico de
Salomón" (Hechos 5:12)
"Id, y puestos en pie en el templo, anunciad al
pueblo todas las palabras de esta vida" (Hechos
5:20)
"Y todos los días, en el templo y por las casas,
no cesaban de enseñar y predicar a Jesucristo"
(Hechos 5:42)
Una de las FALSAS acusaciones que se hacían
contra los judeocristianos es que querían abolir
la Ley de Moisés, que ellos como judíos seguían
cumpliendo, pese a que en el Concilio de
Jerusalén establecieron que no fuese así con los
gentiles que se convertían:
"Entonces sobornaron a unos para que dijesen que
le habían oído hablar palabras blasfemas contra
Moisés y contra Dios (...) Y pusieron testigos
falsos que decían: Este hombre no cesa de hablar
palabras blasfemas contra este lugar santo y
contra la ley, pues le hemos oído decir que ese
Jesús de Nazareth destruirá este lugar, y
cambiará las costumbres que nos dio Moisés."
(Hechos 6:11-14).
"Entonces Pedro dijo: Señor, no; porque ninguna
cosa común o inmunda he comido jamás." (Hechos
10:14). Pedro es evidente que seguía guardando
la ley de Moisés al no comer alimentos no Kosher
(otra cosa es la enseñanza que Dios le da aquí
usando este tema).
"Y cuando Pedro subió a Jerusalén, disputaban
con él los que eran de la circuncisión,
diciendo: ¿Por qué has entrado en casa de
hombres incircuncisos, y has comido con ellos?"
(Hechos 11:2). Nuevamente vemos como para estos
judeocristianos primitivos, que guardaban al
extremo la Ley como judíos que eran, necesitan
de una explicación para entender porqué en este
caso Pedro no la guardó.
"Y llegados a Jerusalén, fueron recibidos por la
iglesia y los apóstoles y los ancianos, y
refirieron todas las cosas que Dios había hecho
con ellos. Pero algunos de la secta de los
fariseos, que habían creído, se levantaron
diciendo: Es necesario circuncidarlos, y
mandarles que guarden la ley de Moisés" (Hechos
15:4-5) Si pidieron que guardasen la Ley, pese a
que como hemos visto el judaísmo enseña que no
es necesario, es porque ellos como judíos si la
guardaban, pese a saber que no es por la Ley que
uno es justificado, sino por la fe en el Mesías,
que confirma la Ley que ellos cumplían.
"Y al día siguiente Pablo entró con nosotros a
ver a Jacobo, y se hallaban reunidos todos los
ancianos; (...) y le dijeron: Ya ves, hermano,
cuántos millares de judíos hay que han creído; y
todos son celosos por la ley." (Hechos 21:18-20)
"Pero se les ha informado en cuanto a ti (se
trata de una falsa acusación), que enseñas a
todos los judíos que están entre los gentiles a
apostatar de Moisés, diciéndoles que no
circunciden a sus hijos, ni observen las
costumbres. (vemos que esto no es cierto, si lo
es respecto a los gentiles como hemos visto)
¿Qué hay, pues? La multitud se reunirá de
cierto, porque oirán que has venido. Haz, pues,
esto que te decimos: Hay entre nosotros cuatro
hombres que tienen obligación de cumplir voto.
Tómalos contigo, purifícate con ellos, y paga
sus gastos para que se rasuren la cabeza; y
todos comprenderán que no hay nada de lo que se
les informó acerca de ti, sino que tú también
andas ordenadamente, guardando la ley" (Hechos
21:21-24). Si vamos a Números 6 en el Antiguo
Testamento veremos que para rasurar su cabeza y
acabar su voto, los nazareos debían hacer un
sacrificio de animales (Tórtolas o incluso
corderos según el caso). Esto es lo que pagó
Pablo, y ¡¡les acompañó a sacrificar animales!!
(¡Qué choque para los cristianos que leen
esto!!) como judío observante de la Ley que era.
Como seguimos leyendo tras este texto de Hechos,
la no observancia de la Ley, la sola observancia
de las Leyes de Noé es: "...tú también andas
ordenadamente, guardando la ley. Pero en cuanto
a los gentiles que han creído, nosotros les
hemos escrito determinando que no guarden nada
de esto..." (Hechos 21:24-25). Esto es, sabían,
como era y sigue siendo en el judaísmo, que para
un gentil basta con guardar las leyes de Noé,
sin la carga de la ley Mosaica.
Inmediatamente el libro de Hechos nos refiere
las falsas acusaciones de otros judíos no
creyentes en Yeshua contra el judío Pablo:
"Pero cuando estaban para cumplirse los siete
días, unos judíos de Asia, al verle en el
templo, alborotaron a toda la multitud y le
echaron mano, dando voces: ¡Varones israelitas,
ayudad! Este es el hombre que por todas partes
enseña a todos contra el pueblo, la ley y este
lugar; y además de esto, ha metido a griegos en
el templo, y ha profanado este santo lugar."
(Hechos 21:27-28). Tan falso es según nos relata
hechos, el decir que Pablo enseñaba contra
Israel, la Torá y el Templo, como el decir que
había metido gentiles en el Templo.
Veamos a continuación la defensa de Pablo ante
estas acusaciones:
"Yo de cierto soy judío, nacido en Tarso de
Cilicia, pero criado en esta ciudad, instruido a
los pies de Gamaliel, estrictamente conforme a
la ley de nuestros padres, celoso de Dios, como
hoy lo sois todos vosotros" (Hechos 22:3). Pablo
les dice que es tan celoso de Dios como lo son
ellos como judíos estrictos en cuanto a la Ley.
Pese a todo Pablo sabe, como nos dice en
Romanos, que la importancia está en la ley y la
circuncisión interior, que no distingue entre
judío o gentil, y que en el caso del judío le
confirma la Ley exterior.
"Porque cuando los gentiles que no tienen ley,
hacen por naturaleza lo que es de la ley, éstos,
aunque no tengan ley, son ley para sí mismos,
mostrando la obra de la ley escrita en sus
corazones" (Romanos 2:14-16) "Pues no es judío
el que lo es exteriormente, ni es la
circuncisión la que se hace exteriormente en la
carne, sino que es judío el que lo es en lo
interior, y la circuncisión es la del corazón,
en espíritu, no en letra; la alabanza del cual
no viene de los hombres, sino de Dios" (Romanos
2: 28-29)
Y dice más adelante que precisamente por esto,
porque la cosa va de la fe que hay dentro, que:
"¿Luego por la fe invalidamos la ley? En ninguna
manera, sino que confirmamos la ley." (Romanos
3:30-31). La fe no invalida ni anula la Ley o
Torá, la fe confirma la Ley (Repito e insisto
aquí que para el judío, no para el gentil).
Más adelante Pablo, al ser juzgado, insiste en
su condición de celoso fariseo guardián de la
Ley (en primer lugar como él mismo dice, de la
interior que confirma y da sentido a la
exterior):
"Entonces Pablo, notando que una parte era de
saduceos y otra de fariseos, alzó la voz en el
concilio: Varones hermanos, yo soy fariseo, hijo
de fariseo; acerca de la esperanza y de la
resurrección de los muertos se me juzga."
(Romanos 23:6). Esto no es una triquiñuela de
Pablo, ni una "mentira piadosa" para despistar,
es que él era fariseo, y nunca dejó de serlo:
"Si alguno piensa que tiene de qué confiar en la
carne, yo más: circuncidado al octavo día, del
linaje de Israel, de la tribu de Benjamín,
hebreo de hebreos; en cuanto a la ley, fariseo,
en cuanto a celo, perseguidor de la iglesia; en
cuanto a la justicia que es en la ley,
irreprensible" (Filipenses 3:4-5), y dice más
adelante, en línea con su idea de que la Ley
externa no tiene sentido ni valor sin la Ley
interna: "Pero cuantas cosas eran para mí
ganancia, las he estimado como pérdida por amor
de Cristo. Y ciertamente, aun estimo todas las
cosas como pérdida por la excelencia del
conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor
del cual lo he perdido todo, y lo tengo por
basura, para ganar a Cristo, y ser hallado en
él, no teniendo mi propia justicia, que es por
la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la
justicia que es de Dios por la fe" (Filipenses
3:7-9), lo que concuerda con lo que leíamos de
Pedro en Hechos, y con lo que abríamos este
apartado:
"Ahora, pues, ¿por qué tentáis a Dios, poniendo
sobre la cerviz de los discípulos un yugo que ni
nuestros padres ni nosotros hemos podido llevar?
Antes creemos que por la gracia del Señor Jesús
seremos salvos, de igual modo que ellos."
(Hechos 15:10-11). Hemos visto que pese a la
apologética anti-Lay (Torá) que comenzaron los
Padres de la Iglesia (gentiles) a partir del
siglo II y más en concreto del III, el Libro de
Hechos o la lectura por un judío del Nuevo
Testamento no indican que por esto la Ley
ceremonial que los judeocristianos guardaron el
el siglo I (y después en siglos posteriores)
quedase invalidada para los descendientes
físicos de Israel, sino que por medio de la fe
en el Mesías Yeshua que ellos tenían y en la que
pusieron sus esperanzas para su justificación,
quedaba confirmada y cobraba su verdadero
sentido, aún siendo sombra de las cosas
celestiales.
Los gentiles nazarenos o cristianos y la Ley de
Moisés
Si como acabamos de ver la Ley de Moisés en su
vertiente ceremonial no ha sido ni será abolida
para el pueblo físico judío, tal y como el Señor
dijo...
"No penséis que he venido a abolir la Ley (Torá)
o los Profetas; no he venido a abolir, sino a
cumplir, porque de cierto os digo que antes que
pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una
tilde pasará de la Ley, hasta que todo se haya
cumplido. De manera que cualquiera que quebrante
uno de estos mandamientos muy pequeños y así
enseñe a los hombres, muy pequeño será llamado
en el reino de los cielos; pero cualquiera que
los cumpla y los enseñe, este será llamado
grande en el reino de los cielos." (Mateo
5:17-19)
...Si debemos decir que en el caso de los
gentiles que se convierten al Dios de Israel el
caso es bien distinto. Como hemos visto arriba,
el judaísmo no considera a su Dios como algo
propio para ellos, sino que Él es el Dios de
toda la Tierra, inclusive para los gentiles que
por medio de la conversión pueden participar de
sus bendiciones.
Sin embargo, con la Ley o Torá la cosa es bien
distinta. El judío ortodoxo considera la Ley o
Torá como algo propio y específico de su pueblo,
algo que les incumbe exclusivamente a ellos. Así
nos dice el judío apóstol Pablo hablando de los
judíos:
"...mis hermanos, los que son mis parientes
según la carne; que son israelitas, de los
cuales son la adopción, la gloria, el pacto, la
promulgación de la ley, el culto y las promesas;
de quienes son los patriarcas, y de los cuales,
según la carne, vino Cristo, el cual es Dios
sobre todas las cosas, bendito por los siglos.
Amén." (Romanos 9:3-5)
Por ello como hemos visto la manera de ingresar
al judaísmo de un gentil pasa por el
cumplimiento de corazón de las citadas 7 leyes
de Noé (En el Concilio se citan 4 "protoleyes"
-recordemos que en esa época se discutía en el
seno del judaísmo cuantas eran éstas leyes-).
Veámoslo en un par de ejemplos neotestamentarios
donde Pablo habla a los gentiles:
No adorar dioses falsos (Cualquier dios fuera
del Dios de Israel)
No blasfemar.
No asesinar.
No robar.
No mantener relaciones sexuales ilícitas (no
fornicar).
No comer carne de animal con sangre o vida.
Promover el juicio y la justicia en el lugar de
residencia.
"(1ª Ley de Noé) Por lo demás, hermanos, os
rogamos y exhortamos en el Señor Jesús, que de
la manera que aprendisteis de nosotros cómo os
conviene conduciros y agradar a Dios , así
abundéis más y más. Porque ya sabéis qué
instrucciones os dimos por el Señor Jesús; pues
la voluntad de Dios es vuestra santificación;
(5ª Ley de Noé) que os apartéis de fornicación;
que cada uno de vosotros sepa tener su propia
esposa en santidad y honor; no en pasión de
concupiscencia, como los gentiles que no conocen
a Dios; (4ª Ley de Noé) que ninguno agravie ni
engañe en nada a su hermano; porque el Señor es
vengador de todo esto, como ya os hemos dicho y
testificado. Pues no nos ha llamado Dios a
inmundicia, sino a santificación. Así que, el
que desecha esto, no desecha a hombre, sino a
Dios, que también nos dio su Espíritu Santo.
Pero acerca del amor fraternal no tenéis
necesidad de que os escriba, porque vosotros
mismos habéis aprendido de Dios que os améis
unos a otros; y también lo hacéis así con todos
los hermanos que están por toda Macedonia. Pero
os rogamos, hermanos, que abundéis en ello más y
más; (7ª Ley de Noé) y que procuréis tener
tranquilidad, y ocuparos en vuestros negocios, y
trabajar con vuestras manos de la manera que os
hemos mandado, a fin de que os conduzcáis
honradamente para con los de afuera, y no
tengáis necesidad de nada. (1ª Tesalonicenses
4:1-8)
"Y manifiestas son las obras de la carne, que
son: (5ª Ley de Noé) adulterio, fornicación,
inmundicia, lascivia, (1ª Ley de Noé) idolatría,
hechicerías, (7ª Ley de Noé) enemistades,
pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones,
herejías, envidias, (4ª Ley de Noé) homicidios,
borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas;
acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo
he dicho antes, que los que practican tales
cosas no heredarán el reino de Dios" (Gálatas
5:19-21)
Podríamos buscar otros ejemplos donde el apóstol
Pablo dirigiéndose a iglesias gentiles les
conmina a guardar los mandamientos de Dios de
manera similar a estas 7 leyes de Noé
(curiosamente no le da tanta importancia a las
leyes dietéticas del Concilio referentes a la
comida, al menos en sus cartas).
¿Qué es pues judaizar para Pablo? La carta a los
gentiles de Galacia:
En primer lugar démonos cuenta que la carta a
los Gálatas es del año 49 ó 50 d.C. mientras que
el Concilio de Jerusalén es de uno o dos años
antes: del año 48 d.C. Esto es, Pablo escribe a
unas iglesias gentiles que, habiéndose saltado a
la ligera las directrices apostólicas del
concilio celebrado uno o dos años antes en
Jerusalén que mandaban a los gentiles a no
guardar la Ley de Moisés (que como hemos visto
es algo particular y propio del pueblo físico
judío) les instaban sin embargo a guardar las
citadas leyes de Noé establecidas para los
gentiles. Pasemos a analizar a la luz de lo
expuesto la carta.
Como hemos visto, el problema surge unos años
antes, cuando ciertos judíos nazarenos
(mesiánicos, que es como se traduce el hebreo
"cristianos"), llegaron a las iglesias de Asia
menor como se nos dice en el libro de los Hechos
de los Apóstoles, capítulo 15, versículos 1 al
2:
"Entonces algunos que venían de Judea enseñaban
a los hermanos: «Si no os circuncidáis conforme
al rito de Moisés no podéis ser salvos». Pablo y
Bernabé tuvieron una discusión y contienda no
pequeña con ellos. Por eso se dispuso que Pablo,
Bernabé y algunos otros de ellos subieran a
Jerusalén, a los apóstoles y a los ancianos,
para tratar esta cuestión."
La cuestión de los llamados "judaizantes", surge
como una controversia entorno a si los
convertidos gentiles (no pertenecientes
físicamente al pueblo judío) debían o no
someterse al rito de la circuncisión y a la Ley
mosaica en su aspecto ceremonial y de
costumbres. ¿Bastaba la sola fe e identificación
con la obra del Mesías en el Calvario para ser
salvo, y entrar a formar parte del Israel de
Dios?; o por el contrario, ¿había que adherirse
a los ritos de la Ley mosaica y ser circuncidado
para ser salvo, y pasar a ser un buen seguidor y
discípulo del Mesías?.
Para responder a estas cuestiones, la iglesia,
como ya hemos visto en su inmensísima mayoría
todavía judía, celebró un concilio en Jerusalén.
"Al llegar a Jerusalén fueron recibidos por la
iglesia, por los apóstoles y los ancianos, y
refirieron todas las cosas que Dios había hecho
con ellos.
Pero algunos de la secta de los fariseos, que
habían creído, se levantaron diciendo: —Es
necesario circuncidarlos y mandarles que guarden
la Ley de Moisés (como hemos visto esto no es
necesario ni en el judaísmo actual más
ortodoxo). Entonces se reunieron los apóstoles y
los ancianos para conocer de este asunto.
Después de mucha discusión, Pedro se levantó y
les dijo:
—Hermanos, vosotros sabéis cómo ya hace algún
tiempo Dios escogió que los gentiles oyeran por
mi boca la palabra del evangelio y creyeran. Y
Dios, que conoce los corazones, les dio
testimonio, dándoles el Espíritu Santo lo mismo
que a nosotros; y ninguna diferencia hizo entre
nosotros y ellos, purificando por la fe sus
corazones. Ahora pues, ¿por qué tentáis a Dios,
poniendo sobre la cerviz de los discípulos un
yugo que ni nuestros padres ni nosotros hemos
podido llevar? Antes creemos que por la gracia
del Señor Jesús seremos salvos, de igual modo
que ellos. (ojo, que como dice Pablo, esta fe no
invalida la Ley o Torá, sino que la confirma)
Entonces toda la multitud calló, y oyeron a
Bernabé y a Pablo, que contaban cuán grandes
señales y maravillas había hecho Dios por medio
de ellos entre los gentiles. Cuando ellos
callaron, Jacobo respondió diciendo:
—Hermanos, oídme. Simón ha contado cómo Dios
visitó por primera vez a los gentiles para tomar
de ellos pueblo para su nombre. Y con esto
concuerdan las palabras de los profetas, como
está escrito:
"Después de esto volveré y reedificaré el
tabernáculo de David, que está caído; y repararé
sus ruinas, y lo volveré a levantar, para que el
resto de los hombres busque al Señor, y todos
los gentiles, sobre los cuales es invocado mi
nombre, dice el Señor, que hace conocer todo
esto desde tiempos antiguos".
Por lo cual yo juzgo que no se inquiete a los
gentiles que se convierten a Dios, (poniéndoles
una carga innecesaria para los gentiles, esto
es, guardar la Ley de Moisés o Torá) sino que se
les escriba que se aparten de las
contaminaciones de los ídolos, de fornicación,
de ahogado y de sangre, (Las citadas leyes de
Noé) porque Moisés desde tiempos antiguos tiene
en cada ciudad quien lo predique en las
sinagogas, donde es leído cada sábado."
Tras estas decisiones, se escribió desde
Jerusalén una carta a las iglesias de los
gentiles, donde se decía:
"Los apóstoles, los ancianos y los hermanos, a
los hermanos de entre los gentiles que están en
Antioquía, Siria y Cilicia: Salud. Por cuanto
hemos oído que algunos que han salido de
nosotros, a los cuales no dimos orden, (Los que
trataban de hacer judaizar a los gentiles
salieron de la iglesia de Jerusalén, y como los
Fariseos convertidos al Mesías que citaba Hechos
más arriba, su excesivo celo por la Ley por poco
se convierte en un grandísimo impedimento para
la conversión de los gentiles) os han inquietado
con palabras, perturbando vuestras almas,
mandando circuncidaros y guardar la Ley, nos ha
parecido bien, habiendo llegado a un acuerdo,
elegir varones y enviarlos a vosotros con
nuestros amados Bernabé y Pablo, hombres que han
expuesto su vida por el nombre de nuestro Señor
Jesucristo. Así que enviamos a Judas y a Silas,
los cuales también de palabra os harán saber lo
mismo, pues ha parecido bien al Espíritu Santo y
a nosotros no imponeros ninguna carga más que
estas cosas necesarias: (Necesarias para la
conversión del gentil, como enseña el judaísmo
más tradicional aún hoy en día. Necesarias para
el Espíritu Santo según dice el Nuevo
Testamento) que os abstengáis de lo sacrificado
a ídolos, de sangre, de ahogado y de
fornicación; si os guardáis de estas cosas, bien
haréis. Pasadlo bien"
Al respecto son interesantes los textos escritos
por el propio apóstol Pablo a los Gálatas, que
habían "judaizado". De la carta se desprende que
los cristianos de Galacia eran de origen pagano,
no judíos "Ciertamente, en otro tiempo, cuando
no conocíais a Dios, servíais a los que por
naturaleza no son dioses" (Gl 4.8). Pablo
recuerda a sus lectores la alegría y la buena
disposición con que recibieron el evangelio
"pues vosotros sabéis que a causa de una
enfermedad del cuerpo os anuncié el evangelio al
principio; y no me despreciasteis ni
rechazasteis por la prueba que tenía en mi
cuerpo. Al contrario, me recibisteis como a un
ángel de Dios, como a Cristo Jesús. ¿Dónde,
pues, está esa satisfacción que experimentabais?
Porque os doy testimonio de que si hubierais
podido, os habríais sacado vuestros propios ojos
para dármelos" (4.13–15).
Sin embargo, esa situación se vio perturbada por
algunos que fueron después a imponer una pesada
carga para los gentiles provenientes del
paganismo: Nada más y nada menos que guardar la
Torá ceremonial, lo cual hubiese sido un
impedimento para la conversión de los gentiles.
Estos judíos fariseos mesiánicos, trataban al
parecer de crear al mismo tiempo desconfianza
respecto de Pablo.
Las alusiones hechas en la carta indican que
estas personas querían obligar a los Gálatas a
someterse a la ley de Moisés "Decidme, los que
queréis estar bajo la Ley: ¿no habéis oído la
Ley?" (4.21), y especialmente a aceptar la
circuncisión "Todos los que quieren agradar en
la carne, esos os obligan a que os circuncidéis,
solamente para no padecer persecución a causa de
la cruz de Cristo, porque ni aun los mismos que
se circuncidan guardan la Ley; pero quieren que
vosotros os circuncidéis, para gloriarse en
vuestra carne" (6.12–13). También los inducían a
observar con veneración especial ciertos días o
tiempos del calendario "Guardáis los días, los
meses, los tiempos y los años. Temo que mi
trabajo en vuestro medio haya sido en vano"
(4.10-11). Probablemente afirmaban que solo así
podrían participar de las bendiciones prometidas
por Dios a los descendientes de Abraham por la
sola fe en el Mesías "para que en Cristo Jesús
la bendición de Abraham alcanzara a los
gentiles, a fin de que por la fe recibiéramos la
promesa del Espíritu" (3.14).
Por otra parte, parece que estos maestros
atacaban la autoridad de Pablo como apóstol y
sus motivos al predicar el evangelio "¿Acaso
busco ahora la aprobación de los hombres o la de
Dios? ¿O trato de agradar a los hombres? Si
todavía agradara a los hombres, no sería siervo
de Cristo. Pero os hago saber, hermanos, que el
evangelio anunciado por mí no es invención
humana, pues yo ni lo recibí ni lo aprendí de
hombre alguno, sino por revelación de
Jesucristo" (1.10, 12).
Pablo comprendió que lo que estaba en juego no
eran simplemente prácticas externas, más o menos
indiferentes, sino la esencia del mensaje
cristiano: el reconocimiento del valor salvador
de la obra de Jesucristo y la no obligatoriedad
al respecto de cumplir la Ley para los gentiles
conversos. Por eso insiste en que por Cristo se
da entrada al Pueblo de Dios, al que están
llamados todos, de cualquier nación y condición
que sean.
El apóstol escribe esta carta en medio de gran
emoción, no tanto por los ataques a su
autoridad, cuanto por el peligro que veía para
la verdad del evangelio. Advierte a los Gálatas
sobre las consecuencias de su actitud y previene
posibles malentendidos de su enseñanza sobre la
libertad cristiana.
La carta tiene una introducción bastante breve,
en la que omite la acostumbrada acción de
gracias, para expresar de inmediato su extrañeza
por la situación de las comunidades (1.1–10).
La parte central de la carta trata de tres temas
principales.
En primer lugar, Pablo defiende la autenticidad
del evangelio predicado a los Gálatas,
insistiendo en que su misión la había recibido
de Dios por medio de Jesucristo, y no de los
hombres. Y muestra que su misión apostólica fue
reconocida por los apóstoles de Jerusalén "Pero
os hago saber, hermanos, que el evangelio
anunciado por mí no es invención humana, pues yo
ni lo recibí ni lo aprendí de hombre alguno,
sino por revelación de Jesucristo" "Pero ni aun
Tito, que estaba conmigo, con todo y ser griego,
fue obligado a circuncidarse, a pesar de los
falsos hermanos que se habían introducido entre
nosotros a escondidas, para espiar nuestra
libertad—la que tenemos en Cristo Jesús—, para
reducirnos a esclavitud. A los tales ni por un
momento accedimos a someternos, para que la
verdad del evangelio permaneciera con vosotros"
"vieron que me había sido encomendado el
evangelio de la incircuncisión (entre los goym o
gentiles que solo debían guardar las 7 leyes de
Noé), como a Pedro el de la circuncisión (entre
los judíos que seguían guardando la Torá de
Moisés) (pues el que actuó en Pedro para el
apostolado de la circuncisión actuó también en
mí para con los gentiles), y reconociendo la
gracia que me había sido dada, Jacobo, Cefas y
Juan, que eran considerados como columnas, nos
dieron a mí y a Bernabé la diestra en señal de
compañerismo, para que nosotros fuéramos a los
gentiles y ellos a los de la circuncisión" "No
desecho la gracia de Dios, pues si por la Ley
viniera la justicia, entonces en vano murió
Cristo".(1:11-12; 2:3-5; 7-10; 21).
En la segunda sección expone detalladamente el
tema de la libertad mesiánica o cristiana
respecto de la ley: "¡Gálatas insensatos!,
¿quién os fascinó para no obedecer a la verdad,
a vosotros ante cuyos ojos Jesucristo fue ya
presentado claramente crucificado? Esto solo
quiero saber de vosotros: ¿Recibisteis el
Espíritu por las obras de la Ley o por el
escuchar con fe? ¿Tan insensatos sois? Habiendo
comenzado por el Espíritu, ¿ahora vais a acabar
por la carne? ¿Tantas cosas habéis padecido en
vano? Si es que realmente fue en vano. Aquel,
pues, que os da el Espíritu y hace maravillas
entre vosotros, ¿lo hace por las obras de la Ley
o por el oír con fe? Así Abraham creyó a Dios y
le fue contado por justicia. Sabed, por tanto,
que los que tienen fe, estos son hijos de
Abraham. Y la Escritura, previendo que Dios
había de justificar por la fe a los gentiles,
dio de antemano la buena nueva a Abraham,
diciendo: «En ti serán benditas todas las
naciones». De modo que los que tienen fe son
bendecidos con el creyente Abraham. Todos los
que dependen (para su justificación y salvación)
de las obras de la Ley están bajo maldición,
pues escrito está: «Maldito sea el que no
permanezca en todas las cosas escritas en el
libro de la Ley, para cumplirlas». Y que por la
Ley nadie se justifica ante Dios es evidente,
porque «el justo por la fe vivirá». Pero la Ley
no procede de la fe, sino que dice: «El que haga
estas cosas vivirá por ellas»." (Leer 3:1–5:12).
Tiene interés especial en mostrar que esto no va
contra las promesas hechas por Dios desde
tiempos antiguos. Así había procedido con
Abraham, antes que existiera la ley.
El judío Yacob (Santiago) nos dice al respecto
de los que se quieren justificar guardando la
Torá:
“Porque cualquiera que guardare toda la ley,
pero ofendiere en un punto, se hace culpable de
todos. Porque el que dijo: No cometerás
adulterio, también ha dicho: No matarás. Ahora
bien, si no cometes adulterio, pero matas, ya te
has hecho trasgresor de la ley. Así hablad, y
así haced, como los que habéis de ser juzgados
por la ley de la libertad” (Santiago 2:10-12)
En efecto, al igual que la Ley humana, Ud. puede
ser un ciudadano ejemplar y cumplir todas las
leyes, pero si comete un delito: p.ej. no pagar
sus impuestos, aunque el resto de las cosas
buenas que un buen ciudadano debe hacer las haya
cumplido (Conducir bien, no robar bancos y
demás), se hace reo de condena por la ley. Del
mismo modo la Biblia nos dice que:
"Porque la paga del pecado es muerte, mas la
dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús
Señor nuestro" (Romanos 6:23)
La paga de cualquier pecado es muerte, no hace
falta incumplir toda la ley para ser reo del
infierno de fuego. Basta con incumplir un solo
punto de la misma.
Debido a esto, solo UNO cumplió la Ley para
justificación (por nosotros): Cristo Jesús
(Yeshua HaMashiah), y lo hizo por nosotros. Solo
en él podemos ser salvos sin necesidad de
guardar una Ley imposible de cumplir para los
hombres pecadores que somos.
La Torá (Ley Mosaica) es Eterna en cuanto a ley
moral, sombra y tipo de la ley nueva que habría
de venir (la Ley del Mesías Jesús). Levítico 23
se dirige (versículo 2 y otros) a los “Hijos de
Israel” y solo a los Hijos de Israel, al pueblo
judío y NO a los gentiles o Goym. Por eso la
Biblia habla con tanta dureza sobre los gentiles
que judaízan y sobre los que los quieren hacer
judaizar como esos que se llaman “judíos” pero
no lo son, sino sinagoga de satanás: “He aquí,
yo entrego de la sinagoga de Satanás a los que
se dicen ser judíos y no lo son, sino que
mienten” (Apocalipsis 3:9). Las leyes rituales
de la Torá son únicamente para los Hijos de
Israel físicos (nosotros los goym lo somos, pero
“espirituales” si se me permite la expresión).
En la parte tercera de Gálatas (5.13–6.10),
Pablo explica lo que significa esa libertad
cristiana y cómo debe entenderse. Finalmente,
hace algunas aplicaciones concretas a la vida
del cristiano.
En la conclusión (6.11–18), Pablo, de su puño y
letra, repite algunas de las exhortaciones
anteriores.
Muchos de los temas tratados en esta carta se
encuentran desarrollados más ampliamente y en un
tono más sereno en la carta a los Romanos,
redactada más tarde.
Aunque los judaizantes del siglo 1º se
desvanecieron en la historia, en todas las
edades, y aún hoy en día entre los creyentes del
siglo XXI, se levantan personas que, a mi
juicio, por un mal entendido celo y amor por la
bendita nación de Israel y el Pueblo de Dios: el
pueblo judío; aún siendo gentiles, por una falta
de identificación y carácter en Cristo (el
Mesías), se vuelven a los rudimentos, como Pablo
llamó a guardar las fiestas, días, formas de
comer especiales, e incluso a la circuncisión
física, reservada para el Pueblo Hebreo: los
descendientes físicos de Abraham, Isaac y Jacob.
Aprendamos de la historia y de las lecciones de
la Sagrada Escritura. Queden como final las
advertencias del judío fariseo mesiánico Pablo
de Tarso:
“Estad, pues, firmes en la libertad con que
Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez
sujetos al yugo de esclavitud. He aquí, yo Pablo
os digo que si os circuncidáis, de nada os
aprovechará Cristo. Y otra vez testifico a todo
hombre que se circuncida, que está obligado a
guardar toda la ley. De Cristo os desligasteis,
los que por la ley os justificáis; de la gracia
habéis caído.” (Gálatas 5:1-4)
Y:
“Porque todos los que dependen de las obras de
la ley están bajo maldición, pues escrito está:
Maldito todo aquel que no permaneciere en todas
las cosas escritas en el libro de la ley, para
hacerlas” (Gálatas 3:10)
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