Regresar a
La Iglesia en el Siglo II
Ignacio de Antioquia
IGNACIO DE ANTIOQUIA
Nacido entre los años 30 al 35 d.c. en Siria,
aparentemente conoció en su juventud a los
apóstoles Pedro y Pablo, de los que escucharía
directamente el Evangelio, y probablemente
también fue discípulo del apóstol Juan.
Es Ignacio (como Clemente y Policarpo) el único
lazo que nos une históricamente con la época
apostólica
Obispo de la ciudad de Antioquia en tiempos del
emperador Trajano (98-117 d.C.), fue, según la
tradición paleocristiana, el tercer obispo de
dicha ciudad después del mismo apóstol Pedro y
de Evodio. En esta ciudad había numerosos
judeocristianos procedentes de la destrucción de
Jerusalén y su templo en el año 70 d.C.
En el año 107 d.c. es acusado y llevado a Roma
para ser devorado por los leones en el circo. En
el camino a su martirio escribe siete cartas a
siete iglesias por las que va pasando, y que han
llegado hasta nosotros como testimonio de la
pureza apostólica del Evangelio predicado por
estos hombres (se diría leyéndolas, que se está
ante epístolas perdidas de algún apóstol).
Cargadas de emoción, son una fuente de
inspiración para los cristianos de todos los
tiempos.
LOS JUDAIZANTES Y LOS DOCETISTAS
Las cartas presentan a Ignacio como defensor de
una ortodoxia que algunos estudiosos han
presentado como "de centro" frente a dos polos
dentro de la iglesia de finales del siglo I y
principios del II: el Judeocristiano (¿Ebionita?)
y el docetista (espiritualidad "mística" de tipo
gnóstico griego), aunque en algunas cartas como
en la de los magnesios, acusa a unas mismas
personas de judaizantes y docetistas.
Frente a estas corrientes, presenta él un
alegato de la fe que les ha sido legada por la
tradición apostólica, contra la teología
docetista:
"Haceos sordos cuando se os predique
prescindiendo de Jesús el Cristo, del linaje de
David, el Hijo de María, el que realmente nació,
comió y bebió, que realmente fue arrestado por
Poncio Pilato, que realmente fue crucificado,
muerto a la vista de los seres celestiales,
terrestres, e infernales. El que verdaderamente
también verdaderamente resucitó de los muertos,
al haberle levantado el Padre. El Padre que
también a nosotros, de modo semejante, nos
levantará a a los que creemos en Él, en Jesús el
Cristo, sin el cual no tenemos la Vida Verdadera"
(Trallanos 9:1-2)
Contra los judaizantes que guardaban el sábado y
otras prácticas judías no puede obtener ningún
testimonio de la Escritura, su único argumento
es que el Domingo es el día de la resurrección
del Señor.
Parece también por algunas de sus afirmaciones,
que también enfrentó un error diferente del de
los docetistas y judaizantes: el de los que
condicionaban su reconocimiento de los
ministerios eclesiásticos a la excelencia de los
dones carismáticos.
LA UNIDAD DE LA IGLESIA: LA TRIPLE JERARQUÍA
Insiste también Ignacio, y este es el tema
principal en sus cartas, a la unidad de la
Iglesia, y presenta por primera vez en la
historia de la Iglesia cristiana Primitiva, la
concepción de la triple jerarquía: Un episcopado
monárquico en la cabeza, el presbiterio y por
último el diaconado; mientras que los documentos
más antiguos del cristianismo, hacen referencia
unas veces a un único colegio de ancianos (presbíteros)
y otras a una jerarquía de dos grados: obispo y
presbíteros.
Para Ignacio la unidad de los cristianos con
Cristo, se traduce en la unidad de los
cristianos entre si y su sujeción al obispo, y
por ende, la unidad de la Iglesia.
El catolicismo-romano ha usado la carta a los
romanos con la pretensión de que en su
introducción a la epístola, supone un pretendido
reconocimiento de primacía a esta iglesia, a la
que menciona como "...la que reside en el
territorio de los romanos... la que preside en
la unión del amor..." De modo que algunos (no
todos) los estudiosos y apologistas romanos,
tratan de ver en esta expresión "preside" una
referencia a que "preside" de modo jerárquico
sobre el resto de la cristiandad. Nada en la
carta indica que esta sea la interpretación de
esta expresión. En todo caso de manera recíproca,
un protestante interesado en demostrar sus tesis
y creencias, leyendo las epístolas de Ignacio (y
las del resto de la antigüedad paleocristiana)
con esta intención, encontraría muchas más
oportunidades de rebatir infinidad de dogmas y
doctrinas romanistas que a la inversa -lo que de
hecho sucedió en la época de la reforma-, pero
esto no es el objeto del estudio serio de la
historia, ni de esta WEB.
EL SACRAMENTO DEL MATRIMONIO
Ignacio de Antioquia es el primero en hablar del
matrimonio en la iglesia, aunque como práctica
común y establecida en el seno de esta iglesia
de los principios del siglo II, así dice "...los
varones y las mujeres que deseen casarse, deben
realizar su enlace conforme a las disposiciones
del obispo..." (Filipenses 5:2). Y si bien el
matrimonio jurídicamente no lo impuso la iglesia
hasta el siglo X, vemos por Ignacio que ya desde
la antigüedad paleocristiana, se practicaba como
sacramento teológico.
EL MARTIRIO CRISTIANO
Especialmente impactante son sus palabras a los
creyentes de Roma, a los que escribe desde
Esmirna, al saber que hacían planes para
salvarle y evitarle el martirio. Les dice así: "Dejadme
que sea entregado a las fieras, puesto que por
ellas puedo llegar a Dios. Soy el trigo de Dios,
y soy molido por las dentelladas de las fieras,
para que pueda ser hallado pan puro. Antes,
atraed a las fieras, para que puedan ser mi
sepulcro, y que no deje parte alguna de mi
cuerpo detrás, y así, cuando pase a dormir, no
seré una carga para nadie. ENTONCES SERÉ UN
VERDADERO DISCÍPULO DE JESUCRISTO" (Epístolas de
San Ignacio. Romanos 4 "Los Padres Apostólicos"
J.B. Lightfoot Pág. 190. Ed. CLIE 1990 Terrassa,
España).
Como final diré que sobrecoge leer las epístolas
de Ignacio, habiendo presentado aquí una sombra
de lo que estas son, recomiendo la lectura de
"Los Padres Apostólicos" J.B. Lightfoot Pág.
190. Ed. CLIE 1990 Terrassa, España
Cuanto no debemos de aprender de estos hombres
los cristianos del siglo XXI y guardarnos de las
nuevas y sutiles formas de herejía que se
infiltran en la iglesia bajo el nombre de "nuevas
unciones o movimientos del espíritu".
|