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La Iglesia en el Siglo I
LA "DIDAKÉ" o ENSEÑANZA DE LOS APÓSTOLES
LA ENSEÑANZA DEL SEÑOR A LOS GENTILES POR MEDIO
DE LOS DOCE APÓSTOLES: LA "DIDAKÉ"
La "Didaké" o "enseñanza de los Apóstoles" es
uno de los más antiguos documentos cristianos
que se conservan. Posiblemente anterior a
algunos textos del Nuevo Testamento, muy
probablemente es de origen judío y a través de
la primera iglesia de Jerusalén, pasó a manos de
los gentiles -no judíos- que después se
convertirían al Dios Vivo y adquirirían
salvación por medio de la Gracia que recibimos
cuando ponemos nuestra fe en el Mesías de
Israel: Jesús de Nazareth.
En su forma actual, data del siglo primero o
comienzos del segundo.
LOS DOS CAMINOS (PRECEPTOS DE CONDUCTA):
1. Hay dos caminos, uno de vida y uno de muerte,
y hay una gran diferencia entre los dos caminos.
El camino de la vida es éste. Primero, amarás a
Dios que te hizo; segundo, a tu vecino como a ti
mismo. Y todas las cosas que no quieras que se
te hagan a ti, no las hagas a otro. Ahora bien,
la doctrina de estas palabras es ésta. Bendice a
los que te maldicen, y ora por tus enemigos y
ayuna por los que te persiguen; porque ¿qué
recompensa hay si amas a los que te aman? ¿No
hacen lo mismo los gentiles? Pero amad a los que
os aborrecen, y no tendréis un enemigo.
Absteneos de todos los deseos carnales y del
cuerpo. Si un hombre te golpea en la mejilla
derecha, preséntale la otra también, y sé tú
perfecto; y si un hombre te carga con una milla,
ve con él dos; si un hombre te quita la capa,
dale también el abrigo; si un hombre te quita lo
que es tuyo, no se lo reclames, porque tampoco
puedes. A todo el que te pide dale, y no le
reclames; porque el Padre desea que se den dones
a todos de sus propios tesoros. Bienaventurado
es el que da según el mandamiento; porque es
intachable. Ay de aquel que recibe; porque si un
hombre recibe teniendo necesidad, no es
culpable; pero si no tiene necesidad, dará
satisfacción de por qué y cuándo recibió; y
siendo puesto en prisión, será examinado con
respecto a los actos que ha cometido, y no
saldrá de allí hasta que haya devuelto el último
cuarto. Sí, en cuanto a esto se dice también:
Que tus limosnas suden en tus manos hasta que
sepas a quién has de dar.
2. Y éste es el segundo mandamiento de la
enseñanza. No matarás, y no cometerás adulterio,
no serás corruptor de muchachos y no fornicarás,
no robarás, no tendrás tratos con magia, ni
harás hechicerías, ni matarás a un niño con un
aborto, ni matarás al que ha nacido, no
codiciarás los bienes de tu prójimo, no
perjurarás, no darás falso testimonio, no
incurrirás en maledicencia, no guardarás
rencores, no serás de doble ánimo ni de doble
lengua, porque la lengua falsa es un lazo de
muerte. Tu palabra no será falsa o vacía, sino
que la cumplirás con tus actos. No serás
avaricioso ni rapaz ni hipócrita, ni tendrás mal
genio ni serás orgulloso. No albergarás malas
intenciones contra tu prójimo. No aborrecerás a
nadie, pero a algunos has de reprobar, y has de
orar por otros, y a otros amarás más que tu
propia vida.
3. Hijo mío, apártate del mal y de todo lo que
lo parece. No te enojes, porque la ira lleva al
homicidio; ni seas celoso ni contencioso ni
irascible, porque todas estas cosas engendran
homicidios. Hijo mío, no seas lujurioso, porque
la lujuria lleva a la fornicación; ni hables de
modo obsceno ni mires de soslayo, porque todas
estas cosas engendran adulterios. Hijo mío, no
tengas nada que ver con presagios, puesto que
llevan a la idolatría, ni con encantadores,
astrólogos o magos, ni aun los mires, porque de
estas cosas se engendra idolatría. Hijo mío, no
mientas, puesto que el mentir lleva al hurto; ni
seas codicioso ni vanidoso, porque todas estas
cosas engendran hurtos. Hijo mío, no seas
murmurador, puesto que lleva a la blasfemia; ni
voluntarioso, ni tengas malos pensamientos, pues
de todas estas cosas vienen las blasfemias. Sino
sé manso, porque los mansos heredarán la tierra.
Sé paciente, compasivo e intachable, tranquilo y
amable y siempre temiendo las palabras que has
oído. No te ensalzarás a ti mismo, ni admitirás
audacia en tu alma. No te juntarás con los
altivos, sino con los justos y humildes será tu
camino. Los accidentes que te sobre- vengan los
recibirás como buenos, sabiendo que no ocurre
nada sin Dios.
4. Hijo mío, recordarás al que te habla la
palabra de Dios día y noche, y le honrarás como
en el Señor; porque dondequiera que habla la
Soberanía, allí está el Señor. Además, irás en
busca, día tras día, de las personas de los
santos, para que puedas hallar reposo en sus
palabras. No harás cismas, sino que apaciguarás
a los que contienden; harás juicio con justicia,
no harás diferencia en la persona para
reprobarle por sus transgresiones. No vaciles
sobre si una cosa ha de ser o no ha de ser.
No seas hallado extendiendo las manos para
recibir, pero retrayéndolas cuando hay que dar.
Sí hay algo en tus manos, ofrécelo como rescate
por tus pecados. No vacilarás en dar, ni
murmurarás cuando des; porque sabrás quién es el
buen pagador de tu recompensa. No te apartarás
de aquel que está en necesidad, sino que harás
partícipe a tu hermano de todas las cosas, y no
dirás que algo es tuyo propio. Porque si sois
copartícipes de lo que es imperecedero, ¿cuánto
más debéis serlo de las cosas que son
perecederas?
No rehusarás poner tu mano sobre tu hijo o tu
hija, sino que desde su juventud les enseñarás
el temor de Dios. No darás órdenes a tu criado o
criada que confían en el mismo Dios que tú, en
tu rencor y ojeriza, para que no suceda que
dejen de temer a Dios que está por encima de ti
y de ellos; porque El viene, no para llamar a
los hombres, haciendo acepción de personas, sino
que viene a aquellos a quienes el Espíritu ha
preparado. Pero vosotros, siervos, estad sujetos
a vuestros amos, como a un tipo de Dios, en
vergüenza y temor.
Aborrecerás toda hipocresía y todo lo que no es
agradable al Señor. Nunca abandonarás los
mandamientos del Señor; sino que guardarás las
cosas que has recibido, sin añadir a ellas y sin
quitar de ellas. En la iglesia confesarás tus
transgresiones, y no te dirigirás a orar con una
mala conciencia. Este es el camino de la vida.
5. Pero el camino de muerte es éste. Ante todo,
es malo y lleno de maldición; homicidios,
adulterios, concupiscencias, fornicaciones,
robos, idolatrías, artes mágicas, hechicerías,
saqueos, falsos testimonios, hipocresías, doblez
de corazón, traición, orgullo, malicia, tozudez,
codicia, palabras obscenas, celos, audacia,
engreimiento, jactancia; perseguidores de los
hombres buenos, aborrecen la verdad, aman la
mentira, no advierten la recompensa de la
justicia, ni se adhieren a lo bueno ni al juicio
recto, descuidados para lo que es bueno, pero
atentos a lo que es malo; de los cuales están
muy lejos la mansedumbre y la tolerancia;
amantes de las cosas vanas, tras la recompensa,
sin compasión para el pobre, ni trabajando para
ayudar al que está oprimido por el trabajo; sin
reconocer a Aquel que los hizo, homicidas de
niños, corruptores de las criaturas de Dios, que
se apartan del que está en necesidad, oprimen al
afligido, defienden al rico, jueces injustos de
los pobres, en todo pecaminosos. Hijos míos, que
podáis ser librados de todas estas cosas.
6. Mira que ninguno te desvíe de este camino de
justicia, porque el tal hombre te enseña
distinto de Dios. Porque si tú puedes llevar
todo el yugo del Señor, serás perfecto; pero si
no puedes, haz todo lo que puedas.
Y con referencia a la comida, come de aquello
que puedas; con todo, abstente en absoluto de la
carne sacrificada a los ídolos; porque es
adoración a dioses muertos.
SOBRE EL BAUTISMO
7. Con respecto al bautismo, os bautizaréis.
Habiendo primero repetido todas estas cosas, os
bautizaréis en el nombre del Padre y del Hijo y
del Espíritu Santo en agua viva (corriente).
Pero si no tienes agua corriente, entonces
bautízate en otra agua; y si no puedes en agua
fría, entonces hazlo en agua caliente. Pero si
no tienes ni una ni otra, entonces derrama agua
sobre la cabeza tres veces en el nombre del
Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Pero,
antes del bautismo, que el que bautiza y el que
es bautizado ayunen, y todos los demás que
puedan; y ordenarás a aquel que es bautizado que
ayune un día o dos antes.
SOBRE EL AYUNO:
8. Y que vuestros ayunos no sean con los
hipócritas, porque éstos ayunan en el segundo y
quinto día de la semana; pero vosotros guardad
el ayuno en el cuarto día y en el de la
preparación (el sexto). No oréis como los
hipócritas, sino como el Señor ha mandado en su
Evangelio, por lo que oraréis así: Padre nuestro,
que estás en los cielos, santificado sea tu
nombre; venga tu reino; hágase tu voluntad, en
el cielo como también en la tierra; danos hoy
nuestro pan cotidiano; y perdónanos nuestras
deudas, como también nosotros perdonamos a
nuestros deudores; y no nos dejes caer en la
tentación, sino líbranos del mal; porque tuyo es
el poder y la gloria para siempre jamás. Oraréis
así tres veces al día.
SOBRE EL PARTIMIENTO DEL PAN (EUCARISTIA, SANTA
CENA...):
9. En cuanto a la acción de gracias eucarística,
dad gracias de esta manera. Primero, por lo que
se refiere a la copa: Te damos gracias, Padre
nuestro, por la santa vid de tu hijo David, la
cual nos has dado a conocer por medio de tu Hijo
Jesús; tuya es la gloria para siempre jamás.
Luego, por lo que respecta al pan partido: Te
damos gracias, Padre nuestro, por la vida y
conocimiento que Tú nos has dado a conocer por
medio de tu Hijo Jesús; tuya es la gloria para
siempre jamás. Tal como este pan partido estaba
esparcido por las montañas y al ser juntado pasó
a ser uno, así también que tu Iglesia pueda ser
juntada de todos los extremos de la tierra en tu
reino; porque tuya es la gloria y el poder por
medio de Jesucristo para siempre jamás. Pero que
ninguno coma o beba de esta acción de gracias
eucarística, a menos que haya sido bautizado en
el nombre del Señor; porque respecto a esto
también ha dicho el Señor: No deis lo santo a
los perros.
10. Y después, cuando estéis satisfechos, dad
gracias así: Te damos gracias, Padre Santo, por
tu santo nombre, porque Tú has puesto tu
tabernáculo en nuestros corazones, y por el
conocimiento y fe e inmortalidad que nos has
dado a conocer por medio de tu Hijo Jesús; tuya
es la gloria para siempre jamás. Tú, Señor
Todopoderoso, creaste todas las cosas por amor a
tu nombre, y diste comida y bebida a los hombres
para que disfrutaran de ellas, y para que
pudieran darte gracias a Ti; pero nos has
concedido alimento y bebida espiritual y vida
eterna por medio de tu Hijo. Ante todo, te damos
gracias porque eres poderoso; tuya es la gloria
para siempre jamás. Recuerda, Señor, a tu
Iglesia para librarla de todo mal y para
perfeccionarla en el amor; y recogerla de los
cuatro vientos -tu Iglesia que ha sido
santificada- en tu Reino que has preparado para
ella; porque tuyo es el poder y la gloria para
siempre jamás. Que venga la gracia y que pase
este mundo. Hosanna al Dios de David. Si alguno
es santo, que venga; si alguno no lo es, que se
arrepienta. Maran Atha. Amén. Pero permitid a
los profetas que ofrezcan acción de gracias
tanto como deseen.
SOBRE LOS PROFETAS:
11. A todo aquel que venga y enseñe todas estas
cosas que se han dicho antes, recibidle; pero si
el maestro es él mismo corrupto y enseña
doctrina diferente para la destrucción de estas
cosas, no le escuchéis; pero si es para el
aumento de la justicia y el conocimiento del
Señor, recibidle como al Señor. Pero, con
respecto a los apóstoles y profetas, obrad con
ellos en conformidad con la ordenanza del
Evangelio. Que todo apóstol, cuando venga a
vosotros, sea recibido como el Señor; pero no se
quedará más de un solo día, o, sí es necesario,
un segundo día; pero si se queda tres días, es
un profeta falso. Y cuando se marche, que el
apóstol no reciba otra cosa que pan, hasta que
halle cobijo; pero si pide dinero, es un falso
profeta. Y al profeta que hable en el Espíritu
no lo probaréis ni lo discerniréis; porque todo
pecado será perdonado, pero este pecado no será
perdonado. No obstante, no todo el que habla en
el Espíritu es un profeta, sino sólo el que
tiene los caminos del Señor. Por sus caminos,
pues, será reconocido el profeta falso y el
profeta. Y ningún profeta, cuando ordenare una
mesa en el Espíritu, comerá de ella; pues de
otro modo es un falso profeta. Y todo profeta
que enseñe la verdad, si no hace lo que enseña,
es un falso profeta. Y ningún profeta aprobado y
hallado verdadero, que hace algo como un
misterio externo típico de la Iglesia, y, con
todo, no os enseña a hacer todo lo que él hace,
que no sea juzgado delante de vosotros; porque
tiene su juicio en la presencia de Dios; porque
de la misma manera también hicieron los profetas
en los días de antaño. Y todo aquel que diga en
el Espíritu: Dadme plata u otra cosa, no le
escuchéis; pero si os dice que deis en favor de
otros que están en necesidad, que nadie le
juzgue.
12. Pero que todo el que venga en el nombre del
Señor sea recibido; y luego, cuando le hayáis
probado, le conoceréis, porque discerniréis la
mano derecha de la izquierda. Si el que viene es
un viajero, ayudadle en cuanto os sea posible;
pero no se quedará con vosotros más de dos o
tres días, si es necesario. Pero si quiere
establecerse entre vosotros, si tiene un oficio,
que trabaje y coma su pan. Pero si no tiene
oficio, según vuestra sabiduría proveed de que
viva como un cristiano entre vosotros, pero no
en la ociosidad. Si no hace esto, es que está
traficando con respecto a Cristo. Guardaos de
estos hombres.
13. Pero todo profeta verdadero que desee
establecerse entre vosotros es digno de su
comida. De la misma manera un verdadero maestro
es también digno, como el obrero, de su comida.
Así pues, todas las primicias del producto del
lagar y de la era de trilla, de tus bueyes y tus
ovejas, se las llevarás y darás como primicias a
los profetas; porque son vuestros sacerdotes
principales. Pero si no tenéis un profeta,
dadlas a los pobres. Si haces pan, toma las
primicias y dalo según el mandamiento. De la
misma manera, cuando abras una jarra de vino o
de aceite, toma las primicias y dalo a los
profetas; sí, y del dinero y vestido y toda
posesión, toma las primicias según te parezca
bien, y dalo según el mandamiento.
SOBRE EL DÍA DEL SEÑOR:
14. Y en el día del Señor congregaos y partid el
pan y dad gracias, confesando primero vuestras
transgresiones, para que vuestro sacrificio sea
puro. Y que ninguno que tenga una disputa con su
compañero se una a la asamblea hasta que se haya
reconciliado, para que su sacrificio no sea
mancillado; porque este sacrificio es aquel del
que habló el Señor: En todo lugar y en todo
tiempo ofrecedme un sacrificio puro; porque yo
soy un gran rey, dice el Señor, y mi nombre es
maravilloso entre las naciones.
SOBRE LOS OBISPOS Y DIÁCONOS:
15. Designaos, pues, obispos y diáconos dignos
del Señor, hombres mansos y no amantes del
dinero, íntegros y aprobados; porque éstos
ejecutarán el servicio de profetas y maestros
para vosotros. Por tanto, no los despreciéis;
porque son hombres honorables junto con los
profetas y los maestros.
SOBRE LA PREPARACIÓN PARA LA SEGUNDA VENIDA DEL
SEÑOR:
Y reprendeos los unos a los otros, no en ira,
sino en paz, como halláis en el Evangelio; y que
ninguno hable a otro que ha errado contra su
prójimo, y que éste no oiga una palabra vuestra
hasta que se arrepienta. Pero haced que vuestras
oraciones y vuestras limosnas y todos vuestros
actos sean según halláis en el Evangelio de
nuestro Señor. Velad, pues, por vuestra vida;
que vuestras lámparas no se apaguen y vuestros
lomos no estén sin ceñir, sino estad preparados;
porque no sabéis la hora en que vendrá nuestro
Señor. Y congregaos con frecuencia, procurando
lo que es apropiado para vuestras almas; porque
todo el tiempo de vuestra fe no os beneficiará
si no sois perfeccionados en la última hora.
Porque en los últimos días se multiplicarán los
falsos profetas y los corruptores, y las ovejas
se volverán lobos, y el amor se cambiará en
aborrecimiento. Porque cuando aumente la
licencia y el libertinaje, se aborrecerán los
unos a los otros y se perseguirán y se
traicionarán. Y entonces el engañador del mundo
aparecerá como hijo de Dios; y hará portentos y
señales, y la tierra será entregada a sus manos;
y hará cosas inmundas, que nunca se han visto en
el mundo desde que empezó. Entonces toda la
humanidad creada será probada por fuego y muchos
serán escandalizados y perecerán; pero el que
persista en su fe será salvo por el que ha sido
hecho maldición. Y entonces aparecerán las
señales de la verdad; primero la señal de un
desgarro en el cielo, luego la señal de la voz
de una trompeta, y tercero la resurrección de
los muertos; con todo, no de todos, sino como
fue dicho: El Señor vendrá y todos sus santos
con El. Entonces el mundo verá al Señor que
viene en las nubes del cielo.
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